martes, 19 de noviembre de 2024

Un texto como otro cualquiera



Esta amaneciendo. Salgo a la terraza, que podría ser cualquier terraza, rodeada de otras terrazas, de patios interiores y de chimeneas, de patios interiores con jardín, con palmeras, con piscinas.

Cada chimenea, delimita un tejado, una tonalidad. Paredes interiores recubiertas de verde exuberante.

Terrazas que escalan terrazas. Y, al fondo, un reloj marca las 7:45. Como cualquier otro reloj, como cualquier otro día.

La Iglesia de San Alonso Rodríguez. Dos santos y un beato. Alonso, Catalina y Ramón.

Poco a poco, el color de los tejados cambia con la luz del sol. Como cualquier otro amanecer, de cualquier otro día.

Arriba, en el frontal de la Iglesia, solo queda el soporte de Catalina. La alcanzó un rayo y el muñón de su cuerpo le rinde homenaje.

Gatos negros, pardos, rojizos, se mueven de un muro a otro buscando los favores de los vecinos como otros gatos, en cualquier otro lugar, cualquier otro día.

Un café más.

Y comeremos ensaimada y sobrasada, y pediremos una “coca de cuarto” con helado de fresa o de leche merengada. Compraremos especias para el “arrós brut” y hablaremos de la “dama emparedada”. Del 11 del 11, con su “ocho” de rosetones en la catedral.

Y mañana, las terrazas seguirán ahí como cualquier otro día rodeadas de mar por todas partes.

Ánimo y suerte.

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