Bajo un sol de noviembre, busco mi terapia.
Hay cientos de textos empezados y abortados por falta de ganas, por apatía o por olvido.
Comienzo a escribir y una llamada o alguna actividad en la planta baja, en el garaje o en jardín me saca de mi tiempo de sanación.
Este, se quedó sin acabar. Puede que sea de mayo de este año, aunque una vez leído, puede ser de hoy, o de ayer perfectamente. Encaja.
𝗛𝗮 𝗹𝗹𝗼𝘃𝗶𝗱𝗼. 𝗟𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗷𝗶𝗻𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝘀𝗼𝗳𝗮́ 𝗱𝗲𝗹 𝗷𝗮𝗿𝗱𝗶́𝗻 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝗻 𝗲𝗺𝗽𝗮𝗽𝗮𝗱𝗼𝘀. 𝗦𝗲 𝗻𝗼𝘁𝗮 𝗱𝗲𝗺𝗮𝘀𝗶𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮. 𝗛𝗮𝗴𝗼 𝗰𝗮𝗳𝗲́ 𝘆 𝘃𝗲𝗼 𝗹𝗮𝘀 𝗳𝗹𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗮𝗰𝘁𝘂𝘀.
𝗔𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿𝗼𝘀 𝗿𝗮𝘆𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝘀𝗼𝗹, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗲 𝗽𝗲𝗹𝗲𝗮𝗻 𝗰𝗼𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗻𝘂𝗯𝗲𝘀 𝘆 𝘃𝗮𝗻 𝗽𝗲𝗿𝗱𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼.
𝗖𝗮𝗺𝗶𝗻𝗼 𝗰𝗮𝘀𝗶 𝗮𝗿𝗿𝗮𝘀𝘁𝗿𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗶𝗲𝘀.
𝗧𝗮𝗹 𝘃𝗲𝘇, 𝗮𝘆𝗲𝗿 (𝗷𝗼𝗿𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝘅𝗶𝗼́𝗻 𝗮𝗾𝘂𝗶́), 𝗻𝗼 𝗰𝘂𝗺𝗽𝗹𝗶́ 𝗹𝗮 𝘁𝗮𝗿𝗲𝗮 𝗮𝘂𝗻𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗼 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗻𝘁𝗲́ 𝘆 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗼 𝗮𝗹𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗲 𝗿𝗲𝗺𝘂𝗲𝘃𝗮, 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗲 𝗵𝗮𝗴𝗮 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿 𝘆𝗼. 𝗤𝘂𝗲 𝗺𝗲 𝗲𝗻𝗳𝗿𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗮𝗹 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗷𝗼.
𝗛𝘂𝗯𝗼 𝘂𝗻 𝗺𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗮𝘀𝗶 𝗹𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶́, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗮𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰𝗶𝗼́ 𝗲𝗻 𝗺𝗶 𝗰𝗮𝗯𝗲𝘇𝗮 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗮 𝗳𝗿𝗮𝘀𝗲:
"𝘋𝘦 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘴𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘥𝘰𝘴 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘳: 𝘝𝘰𝘭𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘨𝘶𝘴𝘢𝘯𝘰."
𝗘𝘀𝘁𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼.
𝗛𝗮𝗿𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮 "𝗶𝗻𝗰𝗲𝗿𝘁𝗶𝗱𝘂𝗺𝗯𝗿𝗲", 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗵𝗲𝗺𝗼𝘀 𝘁𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗰𝗲𝗿𝘁𝗶𝗱𝘂𝗺𝗯𝗿𝗲 𝗱𝗲 𝗮𝗹𝗴𝗼.
𝗛𝗮𝗿𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿 "𝗰𝗼𝗻𝗳𝗼𝗿𝘁𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱". 𝗤𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗮 𝗳𝗮́𝗰𝗶𝗹, 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗮 𝗰𝗼́𝗺𝗼𝗱𝗼, 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗺𝗲 𝗵𝗮𝗴𝗮 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗿𝗺𝗲 𝗽𝗿𝗲𝗼𝗰𝘂𝗽𝗮𝗱𝗼 𝘆 𝗰𝗹𝗮𝗿𝗼, 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝘅𝘁𝗲𝗻𝘀𝗶𝗼́𝗻, 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗹𝗶𝗺𝗶𝗻𝗲 𝗹𝗮 𝗶𝗻𝗰𝗲𝗿𝘁𝗶𝗱𝘂𝗺𝗯𝗿𝗲 𝘆 𝗱𝗲 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗿𝗮́𝗽𝗶𝗱𝗮.
𝗠𝗲 𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗯𝗲𝘇𝗮 𝗘𝗿𝗻𝗲𝘀𝘁𝗼 𝗦𝗮́𝗯𝗮𝘁𝗼 𝗿𝗲𝗰𝗶𝘁𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗮 𝗣𝗮𝘀𝗰𝗮𝗹:
"𝘌𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘨𝘶𝘴𝘢𝘯𝘰 𝘺 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘩𝘦́𝘳𝘰𝘦; 𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘺 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘶𝘳𝘢; 𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘳 𝘵𝘳𝘢́𝘨𝘪𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘶𝘢𝘭; 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘺 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴."
Es curioso. Podría haberlo escrito ayer o hace meses.
Podría haberlo escrito hoy.
Gusanos y héroes.
Animo y suerte.
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