No habrá caminata. El día, aunque seguro que luego mejorará, ha salido desapacible o a mi me lo parece.
Escucho a Coldplay. Su último sencillo suena "pastelero" y a las ramas de los árboles les sienta bien. Me he quedado enganchado en ellas y podría creer que se mueven al ritmo de la música.
Busco la noticia de ayer que me trajo la imagen del elefante en la habitación:
El primer día sin hielo en el Ártico podría llegar antes de 2030.
Vale, vale. No es exactamente así. Pero el elefante está en la habitación y nadie parece preocuparse. Nadie lo ve. Un elefante difícil de esconder, voluminoso. Está ahí.
Vuelvo la mirada a los árboles.
La mayor parte del océano será navegable generando problemas para los cetáceos y otros mamíferos marinos.
El calentamiento global aumentará y los eventos meteorológicos extremos (danas) también.
Tenemos la manía de ignorar todo elefante con el que nos cruzamos. Sea un tema de trabajo, económico o de relación personal.
Jimmy Durante, humorista de los años treinta, celebradísimo en los escenarios de Broadway; en el intermedio de uno de los espectáculos del colosal Hippodrome (Teatro Neoyorkino con más de 5000 asientos), Durante subía al escenario con un elefante real sujeto a una correa.
El público quedaba totalmente sorprendido, hasta que alguien le preguntaba que estaba haciendo con un elefante a rastras.
"¿Que elefante?" respondía Durante, haciendo que el publico rompiera a carcajadas.
Todos los días tenemos elefantes en nuestra habitación.
No desaparecerán por mucho que hagamos la misma pregunta que Durante.
Una reunión a preparar. Una decisión a tomar. Una tarea por hacer.
Asumir la realidad, ser consciente de ella, suele ser nuestro mayor elefante.
Abro bien los ojos, tomo la correa en mi mano y tiro de ella.
¡Vamos, Babar!, hay mucho que hacer.
Animo y suerte.
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