"¿Puedo mojar los langostinos que sobraron ayer en mi tazón de Cola Cao?"
No tengo muy claro si la frase era así exactamente, pero creo haber captado el sentido.
Hoy es un día de fabada. De ponerte de comer hasta las trancas, porque no has comido bastante estos días pasados.
O puede que, mejor, hacer croquetas o canelones, con todas las sobras de comidas, cenas, almuerzos que reposan ordenadas en túper de todos los tamaños en la nevera.
Esas croquetas que mezclan berberecho con chorizo pamplonés. Esos canelones, llenos de cordero lechal, espárragos trigueros y langosta o centollo.
¡Venga! ¡Que aún nos cabe un poquito más!
Mira a ver si podemos preparar un pastel de polvorones, vino del Somontano, Paté de campagne, aceitunas y anchoas, para el postre.
Y una vez hartos de tragar y beber, nos tiramos en el sofá a babear por la comisura de los labios. Algún eructo, hipo o ventosidad, nos recordará la levedad del ser y alguien pedirá turrón o algo de merienda.
Pienso en París, en el muro de los te amo (Le mur des je t'aime), en como será el árbol de las Galerías La Fayette.
Huevos, callos, setas y trufas.
Pienso en otras Navidades. En las que pasaron, en las que vendrán.
Y sobre todo, en los que no están, estando.
Tiene pinta de que hará un día magnífico, incluso soleado.
Me voy a la calle, que los langostinos con Cola Cao, no me entran.
Suena Peregrino, de Carlos Ares.
Animo y suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario