Ordeno la mesa. Poco.
Sigue el viento. Los árboles se mueven peligrosamente. Con el paso del tiempo han tomado esa inclinación característica.
Dejo un poco de lado el trabajo. Es festivo.
Compro regalos para mi "amigo invisible" y, claro, caen tres libros de cocina para mi.
Está pendiente el pedido de salsas. Ostras, Teriyaki, Chili Thai, Umami Hon Mirin y los copos de atún.
Sigo con la cocina.
Hoy haré unas albóndigas con salsa de boletus y Shiitake.
Anoto:
La receta de piña con ron al vacío. ¿Le pongo zumo de limón? ¿Dónde encuentro el sésamo con wasabi? ¿Dónde lo compré?
De vez en cuando reviso recuerdos, comentarios, amistades.
Me sorprendo del tiempo que ha pasado. De lo que gané y de lo que perdí. ¿Perder? No, siempre gané.
Borro etiquetas como si fueran heridas y reconozco cicatrices. Elimino, como si fueran tarjetas de crédito caducadas.
¿Te imaginas romper un folio y lanzarlo al viento? Algunos pedazos volaran alto y desaparecerán, otros, quedarán a tus pies moviéndose, como si fueran colas de lagartijas.
Caen 50 años de tiranía. ¿Una nueva guerra civil?
Mientras leo la información que llega de Siria, recuerdo una frase de Chani en Dune 2:
“¡Con esta profecía es como nos esclavizan!”
La religión y los simbolismos se rodean de armas químicas, guerra santa y gusanos que han empezado a moverse, de nuevo, bajo la arena.
Cuantos paralelismos.
Al Julani, a cara descubierta, se ha dado un baño de masas en la Gran Mezquita de los Omeya de Damasco.
Damasco. El camino de la salvación.
Y aparecen de nuevo las profecías de Isaías en el antiguo testamento, contra los enemigos de Israel.
Volvemos a empezar.
Damasco, la ruta de la seda. Los caravasar en medio de la nada, para el reposo de los viajeros. Camellos, desierto, arena.
La ciudad que será destruida y donde los animales pastaran sin que nadie los moleste.
Suena Song of the wind (Caravanserai), de Santana. Y me subo al viento, como si fuera un inmenso dragón volador.
Y me doy cuenta de que no he pegado ni brote y las albóndigas sin hacer.
Profecías que esclavizan. Lo veía venir, Chani.
Animo y suerte.
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