Por casualidad, han sido días de revisar heridas. Días para contrastar, quien dijo, como lo dijo o cuando lo dijo pero, especialmente, cuanto dolió y si la herida sigue abierta.
Una cura de largas comidas y más largas sobremesas. Empalmar el mediodía con la noche.
Habrá sido el calor que ha subido.
Hoy, todos, hemos decidido que es fiesta. No limpiaremos pinaza del jardín, ni cocinaremos desde primera hora. Incluso, cuando alguien se ha atrevido a preguntar por el plan de hoy, se ha escuchado:
- Hoy no hay plan, ¿Por qué tiene que haber un plan?
Las oigo moviendo cosas por la escalera. Una mesa, mobiliario, la máquina de coser.
- ¿Pero no hemos quedado que hoy era fiesta?
He puesto a secar brevas, higos. Su segundo día al sol. Si el proceso funciona, haré más.
Hoy, en Alaska, Donald (el pato no, el otro) sigue haciendo puntos para su Nobel de la Paz. Ojalá se quede en eso.
Incendios, llamas. Más de 100.000 hectáreas.
Playas a reventar. Restaurantes, bares, paseos, todo lleno.
Me apunto a la idea de Carlos Zanón. Deberíamos plantearnos huelgas de nosotros mismos, volvernos a la cama hasta que nos duela el esternón, propone.
Lo intento, pero no lo consigo. Se que sería la mejor medicina. No consigo dejar de pensar en los niños de Gaza, aunque un sueño profundo los aleje.
Las chicas, el otro día, desayunaban con la noticia de que habían visto un colibrí diminuto en el jardín. Llegué a creerlo y até cabos pensando que Isi tenía como objetivo su nido, cuando se encaramaba al pino del columpio, ladrando.
No. Los colibríes son aves endémicas de América. Se separaron de su grupo hermano, los vencejos y vencejos arborícolas, hace unos 42 millones de años.
Son los dinosaurios terápodos avianos más pequeños conocidos y más pequeños que viven.
Si no hago huelga de mi mismo, puedo leer y conocer más a este maravilloso y diminuto pajarillo ¿no?
Asumiendo la desilusión (otra) de que no podía existir un nido de colibríes en el jardín, la curiosidad, y la huelga ficticia sobre la realidad, nos llevó a encontrar quien era ese maravilloso habitante que ilusionó y dejó "empanada" a toda la familia.
No todo es lo que parece.
Macroglossum stellatarum, se llama. Como si la transfoba J.K. Rowling la hubiera descubierto o se hubiera basado en ella para crear la Snitch Dorada de Harry Potter.
Pero la naturaleza es sabia y agradecida. Mientras la duda de destrozar nuestro esternón nos rondaba a todos, y luchábamos con la desilusión del día anterior, una maravillosa esfinge colibrí nos ha dado los buenos días.
Igual que, no hace mucho, las libélulas lo llenaban todo y nos dejaban boquiabiertos, hoy, una polilla colibrí, nos ha demostrado cuan ignorantes somos y a desayunado de las flores, a nuestro lado.
Que suerte no haber hecho la huelga. Hemos visto una esfinge colibrí.
¿Has visto alguna?
Una copa de vino y remover los higos al sol. Sin más.
Animo y suerte.
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