jueves, 18 de abril de 2024

La verdad está ahí fuera

 


Un día raruno. Hace viento. No. Eso es normal.
Mensajes que no tienen respuesta. Seguramente los rebujitos tengan algo que ver.
En el jardín mucha actividad.
La pirámide que mi querido Manfred ha construido no tiene nada que envidiar a las de Keops, Kefrén y Micerinos. Piedra a piedra ha ido ganado altura y en nada, entre sus juntas, crecerán plantas y flores.
Al otro lado, montañas de tierra para nivelar y dar un nuevo aspecto.
El ciruelo, empieza a mostrar sus frutos y los pájaros han decidido darse un festín.
El almendro, con las ramas cargadísimas se inclinan lánguidamente a rozar el suelo por el peso. El olivo, amplio, grande, creciendo proporcionado. Y la higuera comienza a mostrar las primeras brevas.
Los papeles de los vivos, a un lado.
Certificados de propiedad de lugares para el último descanso, al otro.
Un libro de familia que quedó para el recuerdo.
Instituto Nacional de previsión. Caja Nacional de seguro de enfermedad. Así reza un librito con las hojas agonizantes y un color terroso.
Estado Español. Ministerio de trabajo. Cartilla Profesional. Es azul, algo desgastada.
Paso las páginas con cuidado, por temor a que se deshagan entre mis dedos.
El 14 de septiembre de 1954. Total a percibir por el trabajador, por 14 días trabajados, a razón de 24,70 pesetas.
Leyéndolo, me ha dado la sensación de escuchar a Kiko Ledgar y a Victoria Abril, en el 1, 2, 3.
Hay cajones que es mejor no abrir.
La chumbera está enferma. Consulto, abusando de la confianza, con mi especialista particular.
Hace frío, casi parece otoño.
Un café, un paquete por enviar, papeles con anotaciones, un libro por recibir, otro.
Y mientras, la primera misión de defensa planetaria de la Agencia Espacial Europea, busca la formas de desviar asteroides de su órbita para que no choquen contra la Tierra.
Miro de nuevo la mesa. Papeles de vivos y de muertos. Con un proyecto así, los dinosaurios se habrían salvado y nosotros seguiríamos saliendo a cazar todos los días y el mayor peligro sería morir devorados por un Spinosaurus o cualquier otro bicho carnívoro.
¿Cómo era aquello? "La verdad está ahí fuera", rezaba "Expediente-X".
«The Truth Is Out There»
¿Y esto? Lo de aquí, lo de dentro ¿es mentira?
Animo y suerte.

martes, 16 de abril de 2024

Un buen desayuno


Ayer, con la mirada perdida, durante la cena:
— ¿Qué piensas?
Una de esa frases aterradoras. Similar a "¿Qué te pasa?" o "Tenemos que hablar".
Aunque en muchas ocasiones mis ensimismamientos los ocupa el mono de los platillos de Homer Simpson, en esta ocasión, no.
— Pienso en que somos un puto tubo digestivo.
(Silencio)
— Bueno, no seremos solo eso ¿no?
Imaginé a la gente por la calle, reptando. Cientos de personas convertidas en lombrices. Tubos de color sonrosado, deslizándose por las aceras. Tragando cualquier cosa que encontraban a su paso y defecándola unos metros más allá, en boñigas deformes y malolientes.
Recordé la predicción que The Times hizo a finales de 1890 sobre el transporte en Londres. En aquellos tiempos, más de 60.000 caballos eran el medio de transporte habitual en la ciudad. Si cada caballo dejaba "caer" entre 6 y 15 kg. de estiércol al día, en 5 años la ciudad de Londres estaría enterrada bajo 2,5 metros de suciedad.
Me vino a la cabeza ese eslogan que cada día escuchamos más: "Somos lo que comemos". A esa frase se le suele añadir un montón de explicaciones de porque ahora estamos obesos y hace 60-70 años, no. Andábamos más, no existía tanta cantidad de comida procesada y un menú triple no costaba la cuarta parte que una bolsa de verduras frescas. Podemos añadir otros mil elementos adicionales (¿evolutivos?) que han contribuido a este problema.
Pero no, mi imagen de tubos digestivos, en ningún caso añadía el calificativo de "pensantes".
Ese era el punto. Comemos, nos nutrimos de lo primero que pillamos. Sin pensar, sin intentan comprender, sin criterio. Vivimos en una constante bulimia nerviosa. En una diarrea constante. Entran elementos, ideas, dentro de nosotros masticados sin dientes, para volver a salir por el inicio o el fin del tubo digestivo, sin realmente tomar de ellos lo que nos ayudaría, lo que nos da el soporte vital.
Las noticias, las guerras, los comentarios, las opiniones, se mezclan con mentiras o medias verdades; para, al final, quedar en un montón de estiércol.
"Una persona puede llegar a producir cuatro toneladas de excrementos a lo largo de su vida. Los aproximadamente 48 millones de españoles generamos diariamente 7,2 millones de kilogramos, aproximadamente el peso de la Torre Eiffel" (Fuente: Muy interesante).
Cierto es que las heces de animales resolvieron el problema agrícola de dejar los campos baldíos y obtener mayores cosechas. Tan importante llegó a ser la materia fecal que los romanos incluso le dedicaron una deidad: el dios Stercutius.
Londres consiguió sobrevivir a su paulatino enterramiento por boñigas de caballo, con la aparición del automóvil.
La solución para los aparatos digestivos descontrolados, ¿la extinción?.
Venga, va. Ahora, tu café con leche y tus tostadas. ¡Que aproveche!
Animo y suerte.

jueves, 11 de abril de 2024

Cuatro horas



Ya ha oscurecido.
Llevo varias semanas con cierta tensión. Trabajo, viajes, temas pendientes y un resfriado que me ha impedido estar "bien".
No, no es una queja. Esa tensión me la busco yo.
A estas horas, hago repaso. Noto como las piernas duelen. La espalda, al sentarme en el sofá, me recuerda que tendré que llamar al 112 para levantarme.
Leo, sin demasiado interés algunos mensajes de las redes sociales. Es como si fuera pasando canales en la televisión. Leo unas líneas, alguna contestación del hilo, y paso al siguiente. Zapping total.
Encuentro un video de Marco Aurelio Denegri como respuesta a la pregunta:
¿Cuántas horas diarias es soportable un ser humano?
"Según la mayoría de autores, lo máximo, en una situación presencial, son cuatro horas".
Me quedo enganchado ahí.
Pienso en algunas reuniones, importantes, con duración muy superior.
Alguien desconocido, alguien conocido y habitual. ¿En que momento esa persona que tenemos enfrente, empieza a agobiarnos?, a darnos la sensación de falta de espacio, de necesidad de silencio.
Y continúa Marco Aurelio: "Cuatro horas, pero veinte no. Se meten en el mismo cuarto, en la misma cama, quieren saberlo todo, hay unos niveles de impertinencia y estupidez importantes".
Las luces del jardín están encendidas. Leo a Esther García Llovet y me meto en el asiento trasero de un coche rodeado de psicodelia, ayahuasca, LSD, psilocibina y ketamina. Al borde de los arrozales, cerca de El Saler.
Levanto la mirada. Amanece.
Voy al lavabo y me miro al espejo.
Y a ti, ¿cuántas horas puedo soportarte?
El día empieza. Tomo el primer café. Salgo al jardín. Debo realizar actividad física de intensidad suave.
Golpeo con la azada el lateral de las piedras que hacen muro y las remuevo para ponerlas en un desordenado montón. Son grandes, medianas, huelen a tierra. Noto como las gotas de sudor se deslizan por mi espalda.
Llevo el pijama, estoy lavándome los dientes, no recuerdo haber cenado, ni comido. Anocheció.
Amanece.
¿Eran cuatro horas? ¿Tanto?
¿Ya oscureció?
Hay días que no me soporto, ni un rato.
Animo y suerte.

lunes, 8 de abril de 2024

Luchar



𝙎𝙞 𝙡𝙪𝙘𝙝𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙚𝙧. 𝙎𝙞 𝙣𝙤 𝙡𝙪𝙘𝙝𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙥𝙚𝙧𝙙𝙞𝙙𝙤𝙨.
Esta frase que ha llenado pancartas, muros, bocas en revueltas de trabajadores, vestuarios de clubs deportivos y conversaciones motivadoras, la escuché por primera vez hace casi 10 años.
Dicen que fue un piloto alemán durante la II Guerra Mundial quien la acuñó, aunque por lo que he encontrado la frase original sería: 𝑉𝑒𝑟𝑙𝑜𝑟𝑒𝑛 𝑖𝑠𝑡 𝑛𝑢𝑟, 𝑤𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑐𝘩 𝑠𝑒𝑙𝑏𝑠𝑡 𝑎𝑢𝑓𝑔𝑖𝑏𝑡 y su traducción "𝑺𝒐́𝒍𝒐 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒅𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒗𝒆𝒏𝒄𝒊𝒅𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒂́𝒏 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐𝒔".
Hans Ulrich Rudel, desde su Stuka, se dedicó a bombardear barcos de guerra soviéticos, más de 500 tanques y alrededor de 800 vehículos de todo tipo. Mas de 2500 misiones de guerra.
Las más altas condecoraciones y la montaña de victimas generadas por sus bombas, no le han arrebatado la posibilidad de codearse con Paulo Coelho o con Mario Benedetti, en las redes sociales.
Si luchamos podemos perder.
El cielo sigue grisáceo. No hay nubes o todo él es una nube.
¿Merece la pena esta lucha? ¿Cuál es el propósito? ¿A cualquier precio?
En algún momento habrá que descansar. Una batalla, otra y otra más.
Se me queda la mirada perdida. Llega al seto, lo salta y creo ver a mi vecina con pantalones negros y suéter rojo salir de su casa. La señal de tráfico de dirección prohibida, la farola, las palomas yendo y viniendo.
Si no luchamos estamos perdidos.
Tal vez sea necesario descansar. Dame un minuto, una hora. Se que el sol volverá a asomar. Deja que cure mis heridas, para volverme a levantar.
Mᴇ ᴅɪᴊᴇʀᴏɴ ϙᴜᴇ sɪ ɴᴏ ᴘɪsᴀʙᴀ﹐ ᴍᴇ ɪʙᴀɴ ᴀ ᴘɪsᴀʀ
Qᴜᴇ ʟᴏ ϙᴜᴇ ᴜɴᴏ ɢᴀɴᴀ﹐ ᴇs ʟᴏ ϙᴜᴇ ᴠᴀʟᴇ ᴅᴇ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ
Qᴜᴇ ɪʙᴀɴ ᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴍᴇ sɪ ʏᴏ ɴᴏ ᴍᴀᴛᴀʙᴀ ᴀ ʟᴏs ᴅᴇᴍᴀ́s
Lᴏs ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴅᴇ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ ᴇsᴛᴀᴍᴏs ʜᴀʀᴛᴏs ᴅᴇ ᴘᴇʟᴇᴀʀ
Hay luchas de esfuerzo, de perseverancia, de trabajo. Me gustan las luchas de sudor, de besos, de sábanas y de abrazos. De tirar de cuerdas, de subir colinas y bajar montañas.
Luchas en las que las voces se unen en un ¡vamos!. Luchas sin sangre, sin vísceras, sin vencedores ni vencidos. Luchas en las que las sonrisas se mezclan con las lágrimas y tienen sabor salado. Toma impulso. Seguimos.
Animo y suerte.
*Estrofa de Hombres de verdad - Delgao
Imagen: Hans Ulrich Rudel

domingo, 7 de abril de 2024

Perder, dejar ir



El día amaneció brumoso. Como si el cielo fuera un gran espacio algodonoso entre el azul y el gris.
Veo que dejé un texto a medio escribir el domingo pasado.
Releo y retomo. Seguro que consigo ligarlo con lo que hoy me ronda entre las neuronas.
Así, sin darme cuenta, ese domingo perdí, perdimos, 60 minutos. Me sorprendió, no recordaba que fuera ese el día de "la pérdida".
Llevo el pelo lo suficientemente corto como para no hallar pérdidas de cabello en el lavabo o en la almohada. Tal vez, he perdido vista y es por eso.
Perder el tiempo, es el acto de pérdida que más gratamente hago.
Cualquier otra perdida, cosa, persona, sentimiento, me molesta, me irrita sobre manera ya que aunque pasado el tiempo haya un reencuentro, la frustración de la pérdida, deja mella.
Perder cosas, las llaves, unas gafas, un paraguas, ese papel en el que apuntaste una dirección (sigo utilizando agendas y papeles sueltos para ayudar a mi memoria).
Perder un libro en el que había una frase inspiradora o un tornillo, tuerca o herramienta que en este momento me iría bien.
Suelo ser ordenado, a veces en exceso.
Otro cantar son las personas y los sentimientos.
¿Cómo los ordenas? ¿Cómo consigues mantener a salvo personas y sentimientos?
Perder una persona, un amigo, un familiar. Dicen que la distancia es el olvido. El sentimiento que nos relacionaba con esa persona, se apaga.
Vecindad, amistad, familiaridad, amor, cariño. Sea una relación laboral, profesional, se apaga y a veces, ni tan siquiera queda un mínimo recuerdo.
- Hola, ¿Qué tal estas?
Y tu:
-Hola, hola. ("¿De que conozco a este tipo que me saluda con tanta familiaridad?")
¿Y los sentimientos?
Perder, el amor. Eso tan poético de "se nos rompió el amor de tanto usarlo".
Sᥱ ᥒos romριó ᥱᥣ ᥲmor dᥱ tᥲᥒto ᥙsᥲrᥣo
Dᥱ tᥲᥒto ᥣoᥴo ᥲbrᥲzo sιᥒ mᥱdιdᥲ
Dᥱ dᥲrᥒos ρor ᥴomρᥣᥱto ᥲ ᥴᥲdᥲ ρᥲso
Sᥱ ᥒos qᥙᥱdó ᥱᥒ ᥣᥲs mᥲᥒos ᥙᥒ bᥙᥱᥒ dίᥲ
Perder un globo. Dejar ir.
Perder, para encontrar. Sabiendo que esa rozadura estará ahí, pero que seguro sanará.
Como decía Iñaki: "Volver para ser otros".
Y hoy, me siento otro. Habiendo perdido por el camino, muchas cosas, personas, sentimientos, globos. Tantas, que duele solo pensarlo.
Perder, dejar ir.
Soy otro. Cada día, vuelvo, para ser otro.
Fui otro y mañana, otro. Soy uno, fui mil.
Eres, soy, serás, seré; hasta el olvido, hasta la pérdida, hasta la despedida.
Animo y suerte

viernes, 29 de marzo de 2024

Una hormigonera en un foso

 


Un poco de 𝗘𝗹 𝗲𝘀𝗽𝗹𝗶́𝗻 𝗱𝗲 𝗣𝗮𝗿𝗶́𝘀, para conocer a Sarah la judía y a Jeanne Duval, la venus negra.
Un poco de 𝗔 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮 𝗰𝗼𝗿𝗿𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲, otro poco de 𝗘𝘀𝗰𝗮𝘀𝗲𝘇; y otro poco de 𝗨𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗹𝗶𝗻𝗮 𝗺𝗲𝗿𝗶𝗱𝗶𝗮𝗻𝗮.
He aprendido una nueva palabra: Palimpsesto.
Ayer, conocí REML (República errante Menda Lerenda). Se me quemaron unos chips de berenjena. Hice pasta en crema de zanahoria e Isi, acabó tan agotada como todos los días desde que llegó.
Hoy, tenemos reunión familiar. Otro café.
Tarjetas de embarque, hotel, agenda, reserva de parking.
Las quemaduras dejarán huella, no las cuidé.
Mara me cortó el pelo. Hubo riesgo de que las cejas desaparecieran. Soy el fiel reflejo de Caillou.
Cuando paso la mano por mi cráneo noto zonas más salientes, no tiene una forma regular.
Blanki, me llama Caillou.
Clau, juega con Isi en el jardín. Las oigo hablar de sus cosas.
Leo sobre la Metformina. Origen en el principio activo galegina o isoamilenguanidina. Baja los niveles de azúcar en sangre. Prescrito para pacientes con diabetes mellitus tipo 2. Pero ¿retrasa el envejecimiento?
Estoy escuchando un ruido, sordo e insistente. Como si fuera una hormigonera encerrada en un foso.
Durante unos minutos, todos, hemos recorrido la casa buscando el origen.
Ha cesado.
Leo: "Estamos en una época de preguerra"
El ruido ha vuelto.
Cierro los ojos y me concentro en el sonido de la hormigonera encerrada en un foso.
Se libre. Se tú, dicen los integrantes de la República errante Menda Lerenda.
Y la hormigonera, ahora canta:
𝐶𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜
𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑎𝑐𝑎𝑏𝑜 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑔𝑟𝑎𝑛𝑑𝑒𝑠 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑎𝑟
𝐶𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜
𝑇𝑢́ 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑣𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑜
𝑌 𝑦𝑜 𝑡𝑒 𝑐𝑒𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑜 𝑎𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟
𝐶𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜
Animo y suerte.
*Estrofa de Por si apareces - Alice Wonder.

jueves, 28 de marzo de 2024

Diapositivas



Si, ando necesitado de terapia.
Escribir, cocinar, caminar, pensar de forma ordenada, pero todo "padentro".
No pensar en nada, en nadie. Solo entender mis acciones, mis pasos.
En ocasiones, mi ira. En otras, esa complacencia casi enfermiza.
Ayer, buscaba recuerdos y no los encontraba. Ha pasado tanto tiempo.
Hay seis cajas, inmensas, llenas de diapositivas en el pasillo.
Cajas llenas de risas, viajes, paisajes, personas, en estado de hibernación. Se quedaron pegadas en una celulosa de acetato y enmarcadas en cartón o en plástico.
En unos minutos escucharé las patas de Isi, bajando las escaleras, llena de ansiedad.
Cuando viene a vernos, el jardín es su droga. Llena de olores, pájaros, insectos y rincones por descubrir por centésima vez.
Cuesta hacerla entrar dentro, para que coma. Solo ella decide cuando es el momento de pedir compañía para sus carreras o para su soledad aventurera.
Al caer la tarde, busca calor. Se tumba en el sofá y siempre encuentra una mano que la acaricie.
Sol, algo de viento.
Ahí sigue el camino a Ítaca, solo abrir la puerta y decidir norte, sur, este u oeste.
Natalia canta una canción de amor o de desamor.
Su voz me relaja.
𝐸𝑙𝑙𝑎 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑠𝑢 𝑣𝑒𝑛𝑒𝑛𝑜
𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑜
𝑁𝑜 𝑙𝑒 𝑑𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠
𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜
Se me antojan unas albóndigas de legumbres en salsa de verduras, con cous cous. Y también calamares. Calamares en salsa americana.
Seguro que la astenia primaveral es la que me tiene aferrado a esta silla, o la droga de Manuel, ayer. Gracias.
Ocho círculos rojos tirando a amoratados, en mi espalda, me recuerdan que mi omóplato se ha silenciado.
Isi, ya galopa, salta y ladra a las palomas. Natalia, canta ahora:
𝑄𝑢𝑖𝑠𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝐴𝑙𝑔𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑐𝑎𝑙𝑚𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛
𝑄𝑢𝑖𝑧𝑎́ 𝑒𝑛 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒, 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑑𝑖𝑚𝑒𝑛𝑠𝑖𝑜́𝑛
𝑃𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑙𝑜𝑟
Y las diapositivas, me llaman. Y la cocina, y la calle, y el cielo, y el mar, y el café, y aquella mesita de la entrada en mi casa de la infancia, llena de montoncitos de monedas, mientras en un tocadiscos portátil sonaba Raphael cantando a la Navidad. En blanco y negro o en color. Muchas cosas, pegadas en una celulosa de acetato y enmarcadas en cartón o en plástico, si.
Animo y suerte.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Tu y tu morcilla


El que me conoce, sabe de mi afición a la cocina y también, a otros múltiples temas de forma ecléctica.
Hoy, evitando dedicar mi tiempo a echar de comer a las palomas, andaba leyendo documentos del WEF sobre la aplicación de la IA a la agricultura, la alimentación y las bebidas.
Entre ellos, ha habido uno que me ha llamado la atención, titulado:
¿𝐒𝐞𝐫𝐢́𝐚 "𝐯𝐞𝐠𝐚𝐧𝐚" 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐨𝐫𝐜𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐞𝐥𝐚𝐛𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞?
Dejando a un lado ese puntito de repulsión inicial, debo reconocer que ha vencido mi curiosidad el detectar como mis jugos gástricos han empezado a gritar (en su idioma de jugos) ¡morcilla! ¡morcilla!.
Claro, un sitio tan serio, tan formal o así se le supone, como el World Economic Forum hablando de morcillas (los jugos siguen gritando) y yo buscando datos sobre inteligencia artificial.
He preparado otro café y me he puesto manos a la obra (por no decir "manos a la morcilla") para saber más del proyecto "Tu γ tu moɾcillɑ".
Parece que el origen de esta corriente gastronómica fue Michel Journiac, como cuenta Elena Sanz y José Miguel Soriano del Castillo en su articulo en 𝗧𝗵𝗲 𝗖𝗼𝗻𝘃𝗲𝗿𝘀𝗮𝘁𝗶𝗼𝗻.
Michel Journiac, en 1969 durante su actuación 𝙈𝙞𝙨𝙖 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙪𝙣 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 en la Galería Templon de París, presentó al público una salchicha cocinada con su propia sangre.
En 2007, unos soldados elaboraron salchichas Bratwurst con su sangre. Acabaron suspendidos de sus puestos.
En 2003, en la VIII Bienal de La Habana, se presentó una salchicha preparada a la manera tradicional cubana, pero con sangre donada por los integrantes del colectivo ENEMA (el nombre deja mucho que desear, si).
Y por último, Raúl, descendiente de una familia de carniceros de Teruel, puso en marcha el proyecto, "Tu γ tu moɾcillɑ".
Si buscáis, un poquito, encontraréis incluso la receta de la abuela de Raúl, pero con sangre humana.
Y a lo que iba, ¿es vegana?.
Basándonos en la definición de la Sociedad Vegana de Reino Unido, la respuesta es SI. Sería vegana.
Creo que hoy, en la comida (tengo dos veganas), sacaré el tema. Va a ser mucho más interesante que lo de la llamada desde Egipto del otro día.
Me da a mi que haremos barbacoa y habrá morcilla, seguro.
Mis jugos:
- ¡Morcilla! ¡Morcilla!
Animo y suerte
Pdta.: Si buscáis la receta de Raúl, no entréis en su página Web, tiene aviso de Phishing. Se la puedes pedir a Raúl, directamente, en su cuenta de Instagram.

martes, 26 de marzo de 2024

El mundo es un pañuelo, pequeño



Ayer, a las 11:43, recibí una llamada por Whatsapp de alguien identificado como Josué Axxxx.
En un principio, no me pareció alguien conocido.
Dejé que sonara durante unos segundos mientras intentaba buscar en mi agenda mental.
No. No lo conocía de nada.
Al cesar la llamada, pude ver que el número, o al menos el que en la llamada figuraba, tenía como código internacional +20.
Egipto.
Hice una búsqueda en internet por curiosidad con el nombre de este caballero y entré en todo mundo de telenovela.
Mejicano, ex de una actriz de la misma nacionalidad, con una tormentosa relación.
Tal vez era otro Josué.
En la sobremesa, lo comenté con mis chicas. La llamada, el número egipcio. Para acabar llevándome una lluvia de críticas.
Podías haber contestado.
Quien sabe si realmente te buscaba.
Deberías devolverle la llamada.
¿A Egipto?
El, 88100 seguidores.
Ella, 5,6 millones de seguidores.
El nuevo marido de ella, 1,3 millones de seguidores.
Había hecho un arroz con verduras.
Alcachofas, pimiento rojo, pimiento verde, judías, acelga, cebolla.
Perdió todo su sentido.
Estaba rico, pero yo debería haber contestado a esa exótica llamada, de Josué Axxxx, desde un número de Egipto.
Le hubiera dado un punto adicional a la sobremesa, pero seguro que me habrían preguntado quien era ella, el motivo de la separación, si era verdad lo que se comentaba y si me había dicho algo de su situación sentimental, actual.
Le he escrito un mensaje a Josué, en Instagram, hablándole de la llamada que he recibido. Espero respuesta, ya os contaré.
Acabo de cruzarme mensajes con un amigo que está en Japón.
El omóplato ha dejado de molestar pero, mañana, visitaré a Manuel mi fisio.
Seguro que mi amiga granadina, Pepa, y residente en Australia me lee en un rato.
En el fondo, no se porque tanto revuelo por una llamada desde Egipto. Que más dará. El arroz estaba rico, si o si.
Por mucho que la Megaprincesa Isabel Natividad diga que en Madrid nunca te encontrarás con tu "Ex", el mundo es un pañuelo, pequeño. Muy pequeño.
Animo y suerte.
Pdta.: ¿Desde donde me leéis?

#100cafesy2000paracetamoles 

lunes, 25 de marzo de 2024

Yo no buscaba a nadie y te vi


¿Qué contenía el maletín de Pulp Fiction?
¿Qué le decía Bill Murray a Scarlett Johansson en Lost in translation?
No puede ser que me levante con estas dudas existenciales, un lunes.
Paracetamol. Será eso. El dolor del omóplato, irradia a toda la espalda.
Es como un resfriado, pero en la espalda.
¿Te imaginas que mi nuca empieza a estornudar o que me tosen la C5 y C6, justo donde tengo las hernias de disco?.
Revisión de correos, hecha.
Viaje, planificado.
Agenda para hoy, también.
Ha llovido y el día esta oscuro.
¿Y si es la astenia primaveral? No, No. No te rías.
Reviso, por si en años atrás, también tenía estas sensaciones.
Me pierdo en recuerdos.
Vuelve, vuelve, me digo. Que tienes que escribir a Álvaro, a MariSol, a David, recoger el libro y el tape de la Thermomix.
Pongo música bajita para que Isi, no se despierte.
Imposible.
Preparo otro café.
Dicen que Bill Murray dijo en un susurro:
«𝗧𝗲𝗻𝗴𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗶𝗿𝗺𝗲, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿𝗲́ 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀𝗼 𝘀𝗲 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗽𝗼𝗻𝗴𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗻𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 ¿𝗗𝗲 𝗮𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼?»
No me parece una frase para aquella despedida. Un encuentro tan pasional, tan lleno de electricidad, se merecía algo más.
Un encuentro que ninguno de los dos esperaba.
Y suena Fito Paez:

𝘛𝘦 𝘷𝘪, 𝘵𝘦 𝘷𝘪, 𝘵𝘦 𝘷𝘪
𝘠𝘰 𝘯𝘰 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘺 𝘵𝘦 𝘷𝘪
𝘛𝘦 𝘷𝘪, 𝘵𝘦 𝘷𝘪, 𝘵𝘦 𝘷𝘪
𝘠𝘰 𝘯𝘰 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘺 𝘵𝘦 𝘷𝘪
«𝗧𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲𝗿𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲𝗻»
Si, ya sé lo que había en el maletín de Pulp Fiction.
Si, sé lo que Bill le dijo a Scarlett. ¿Y tu?
¿Quieres un café?
Animo y suerte.

domingo, 24 de marzo de 2024

Baudelaire y Millás

 


Ayer, al nombrar a mi adorado Millas, alguien compartió conmigo que también le gustaba, e incluso llego a decirme que algunas de mis reflexiones le recordaban a él.
Inmerecido honor y abrumadora comparación.
En abril de 2019, Juan José Millás publicó "La vida a ratos". Aquel mismo mes vio la luz "100 cafés y 2000 paracetamoles".
El 8 de enero de 2013, comencé mi terapia para una enfermedad ya incurable.
A esta, se han unido otras.
Escribe, escribe, para que la locura no te pueda y todo, algún día, sea posible.
Echo la vista atrás y sigo huyendo. Huyendo hacia adelante.
Más de 2100 reflexiones. Amaneceres, madrugadas, que me han hecho aprender a emocionarme por una frase, por una mirada. Me han llevado a que mis ojos, cada día más, entiendan de lágrimas y yo, ya no busque excusas de mota de polvo o picor para esconderlas.
Saber gestionar la derrota, la pérdida o el abandono. Descontar el éxito, aceptarme tal y como me veo en el espejo.
Otro buen amigo, en su día, me comparó con la prosa de Baudelaire.
Me llevó a una madrugada de otoño y, allí, con Charles rebuscamos juntos en nuestras almas. Lo bueno, lo malo, lo mediocre o lo maravilloso, viles acciones, fechorías, delitos de fanfarronería, crímenes de respeto humano o incluso situaciones vergonzantes que nunca confesaré.
Si. Me he ido reconociendo. En aquel primer viaje a Oporto. En los sucesivos. En aquellas cartas desde la galería acristalada con olor a fado, a río, a calles empinadas. Hasta trazar el camino a Ítaca y entender que ese camino es vida.
Seguir girando la cabeza y estar atento a cada lugar, historia o persona que me de pistas para seguir huyendo.
A todo lo que me den las alas.
Mirando a Venus, aunque sea inalcanzable.
Tengo que comprar olivas en el mercadillo, encurtidos, atún. Tomates para ensalada y tal vez alguna cosa más.
Blanki, quiere venir conmigo para que le compre un bolso y así meter dentro todas sus ilusiones, su huida.
Hay que cambiar las ruedas del coche y mañana a primera hora, retomar el apoyo a los sueños, a otras huidas, a otras Ítacas.
No, no soy Millas, no soy Baudelaire. Pero, gracias.
𝐴 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑢𝑠 𝑐𝑜𝑙𝑜𝑠𝑎𝑙, 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑐𝑜𝑠 𝑎𝑟𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑖𝑎𝑙𝑒𝑠, 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑏𝑢𝑓𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑟𝑔𝑎𝑛 𝑑𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑟𝑒𝑖́𝑟 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑚𝑜𝑟𝑑𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑜 𝑒𝑙 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑖́𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛𝑎, 𝑒𝑚𝑝𝑒𝑟𝑒𝑗𝑖𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑗𝑒 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑦 𝑟𝑖𝑑𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑜, 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑦 𝑐𝑎𝑠𝑐𝑎𝑏𝑒𝑙𝑒𝑠, 𝑎𝑐𝑢𝑟𝑟𝑢𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑑𝑒𝑠𝑡𝑎𝑙, 𝑙𝑒𝑣𝑎𝑛𝑡𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑎𝑟𝑟𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎́𝑔𝑟𝑖𝑚𝑎𝑠 ℎ𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑙𝑎 𝑖𝑛𝑚𝑜𝑟𝑡𝑎𝑙 𝑑𝑖𝑜𝑠𝑎.
Animo y suerte.
*Párrafo de El loco y la Venus de Charles Baudelaire

sábado, 23 de marzo de 2024

Sabor a madera



Los pájaros tienen una agradable conversación en el jardín.
He regado, con mesura, toda la zona de flores silvestres que, esta mañana, he intentado proteger. La visita de Isi, es inminente y puede que esos olores de la tierra removida la animen a escarbar y proyectar la primera línea de metro de la localidad.
Intento desconectar. Trato de alejarme un poco de la realidad de estas ultimas semanas.
He encendido la calefacción. No hace frío en la calle, pero yo lo tengo.
Leo que ha fallecido Silvia Tortosa. Tal vez, te suene o quizás, ni siquiera la conozcas. Lo siento, siempre me pareció buena gente.
No escuché las noticias ayer, acabé tarde con algunos temas de trabajo.
Me cuesta entender lo que leo. Se mezclan los países, las lagrimas de unos y otros. El odio de otros y de unos.
No es Ucrania, ni Palestina, ni Israel. Pero podría serlo. Rusia. Es Rusia. Atentado reivindicado por el ISIS.
Las frases siguen llevándome a tener que releer varias veces los titulares.
“Ha sido un ataque contra gente indefensa, un acto bárbaro”. Otro más.
Un concierto, un vagón de metro, un edificio de oficinas, alguien que invade a su vecino o que se defiende de la invasión. Alguien que pone absurdos ideales por encima de la vida de otros. Otra vez.
He puesto en un vaso un par de hielos, un buen chorro de eso que sabe a madera y un poco de agua.
Primero con la nariz, después aguantando el sorbo en la boca. Cierro los ojos.
He abierto la ventana, pero el sonido esta en mi cabeza.
𝑅𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟. 𝑅𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟. 𝑅𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟
𝐸𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑖𝑛𝑠𝑜𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑚𝑎𝑡𝑎
𝑇𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑙𝑎𝑐𝑎𝑏𝑙𝑒
𝐶𝑎𝑑𝑎 𝑢𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑢𝑛𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑜
𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑢 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟
𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑛𝑠𝑜
Necesito a Millas. Me lanzo sin remisión a esa escritura de LSD. Hay piernas ortopédicas, resfriados y toda una visión del momento llena de colores, luces y sonidos.
Gracias.
Natalia me canta una nana. Me nota raro. Puede ser tristeza o simple frustración.
𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑝𝑒𝑛𝑎
𝑁𝑜 𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑚𝑎𝑙
𝑇𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑖𝑟𝑒́ 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑡𝑖𝑙𝑙𝑜
𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑢𝑠 𝑙𝑎́𝑔𝑟𝑖𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑙
Los dedos me molestan, jugué con fuego y me quemé. Y el omóplato izquierdo, protesta de vez en vez.
Un sorbo más. Eso de ahí afuera, parece una mala película de clase B. Y resulta que es la realidad.
Ya ha anochecido. Las luces del jardín están de fiesta. Me pondré una chaqueta y saldré a intentar ahogar esa realidad, o por lo menos a darle un susto, con el sabor a madera.
Animo y suerte.