Ella, nació en el norte. Podríamos llamarla María, o Rosalía, o Rita.
El, nació en el sur. Podríamos llamarlo Antonio, Cipriano o José María.
Ella, en 1880 pidió a Dios valor para arrancar un clavo, clavado en el corazón. No sabía si era de oro, de hierro o de amor.
El, en 1906, mientras soñaba caminos entre las colinas doradas, los verdes pinos y las polvorientas encinas, notó que en el corazón tenía la espina de una pasión.
Ella, arrancó aquel clavo. Ya no supo de tormentos, ni de dolor, solo sintió vacío, y echó de menos el tormento y la pena que le provocó.
El, ya no sintió el corazón. Y mientras su canto volvía a plañir deseó que aquella espina dorada pudiera volverla a sentir.
Yo, hay noches que me acuesto con un agujero, no se si en el alma o en corazón. Como el, como ella.
¿A ti no te pasa?
Llueve.
Animo y suerte.
Ella: Rosalia de Castro. "Unha vez tiven un cravo"
El: Antonio Machado. "Soledades XI"
Yo: 100 cafés más con un puto virus. "Un agujero"
Gracias,
María Begoña Losada Suárez
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