Si, si... Creo que me faltan unos cuantos capítulos de #caminoaitaca. Pero, se me amontona la vida y la mala baba, también.
La indignación es algo que debería ser una vitamina, algo que al sentirlo, nos hiciera tener más fuerzas, sentirnos mejor. Pero todo lo contrario.
Alguien me dijo hace unos días que había dejado de "comentar" mis reflexiones porque me notaba "enfadado".
Si, llevo tiempo "enfadado", mejor, es indignación.
Cuando algo te afecta de cerca, tu indignación puede ser mayor. Cuando ves peligrar las libertades de personas cercanas o no tan cercanas, debo reconocer que mi indignación, se vuelve cabreo.
Si a ti no te indignan las mismas cosas que a mi, o tus preocupaciones son otras, o simplemente tu carácter es menos "vivo" que el mío, lo acepto; pero no por ello dejaré de manifestarlo.
Las libertades, como las entiende la Megaprincesa Isabel Natividad, o como las entienden las 24.000 personas que dicen haber formado un botellón, o el concepto que manejan los indignados padres de niños y jóvenes que este fin de semana pasearon su "cabreo" al grito de "Fuera sidosos de Madrid", "Fuera maricas de nuestros barrios", porque se sienten asustados por "los diferentes", tienen poco que ver con las que yo defiendo.
Tal vez, la distancia, amortigua la situación. Pero la realidad, es otra.
Están ahí, amenazando. El miedo y la ignorancia son sus armas.
Seguiré "cabreado", seguro. Porque quiero que la indignación me empuje a defender aquello en lo que creo.
Seguro que no gano la batalla, pero estaré en ella, por los míos o por otros.
Ser de corcho, es tan fácil.
Volveremos a vivir bajo el volcán. En los cauces de los ríos. Viviremos sin pensar en la finitud, y volveremos a luchar por libertades que a otros molestarán. Lanzaremos mensajes, ideas, pasos llenos de sangre, de sudor y si, de lágrimas, hasta morir. Hasta que formemos parte de esta tierra, o aquella que nos acoja.
𝖤𝗇𝖼𝗈𝗋𝖾 𝗌’𝗂𝗅 𝗌𝗎𝖿𝖿𝗂𝗌𝖺𝗂𝗍 𝖽𝖾 𝗊𝗎𝖾𝗅𝗊𝗎𝖾𝗌 𝗁𝖾́𝖼𝖺𝗍𝗈𝗆𝖻𝖾𝗌
𝖯𝗈𝗎𝗋 𝗊𝗎’𝖾𝗇𝖿𝗂𝗇 𝗍𝗈𝗎𝗍 𝖼𝗁𝖺𝗇𝗀𝖾𝖺̂𝗍, 𝗊𝗎’𝖾𝗇𝖿𝗂𝗇 𝗍𝗈𝗎𝗍 𝗌’𝖺𝗋𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾𝖺̂𝗍!
𝖣𝖾𝗉𝗎𝗂𝗌 𝗍𝖺𝗇𝗍 𝖽𝖾 “𝗀𝗋𝖺𝗇𝖽𝗌 𝗌𝗈𝗂𝗋𝗌” 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖺𝗇𝗍 𝖽𝖾 𝗍𝖾̂𝗍𝖾𝗌 𝗍𝗈𝗆𝖻𝖾𝗇𝗍,
𝖠𝗎 𝗉𝖺𝗋𝖺𝖽𝗂𝗌 𝗌𝗎𝗋 𝗍𝖾𝗋𝗋𝖾 𝗈𝗇 𝗒 𝗌𝖾𝗋𝖺𝗂𝗍 𝖽𝖾́𝗃𝖺̀.
𝖬𝖺𝗂𝗌 𝗅’𝖺̂𝗀𝖾 𝖽’𝗈𝗋 𝗌𝖺𝗇𝗌 𝖼𝖾𝗌𝗌𝖾 𝖾𝗌𝗍 𝗋𝖾𝗆𝗂𝗌 𝖺𝗎𝗑 𝖼𝖺𝗅𝖾𝗇𝖽𝖾𝗌,
𝖫𝖾𝗌 𝖽𝗂𝖾𝗎𝗑 𝗈𝗇𝗍 𝗍𝗈𝗎𝗃𝗈𝗎𝗋𝗌 𝗌𝗈𝗂𝖿, 𝗇’𝖾𝗇 𝗈𝗇𝗍 𝗃𝖺𝗆𝖺𝗂𝗌 𝖺𝗌𝗌𝖾𝗓,
𝖤𝗍 𝖼’𝖾𝗌𝗍 𝗅𝖺 𝗆𝗈𝗋𝗍, 𝗅𝖺 𝗆𝗈𝗋𝗍 𝗍𝗈𝗎𝗃𝗈𝗎𝗋𝗌 𝗋𝖾𝖼𝗈𝗆𝗆𝖾𝗇𝖼𝖾́𝖾…
𝖬𝗈𝗎𝗋𝗋𝗈𝗇𝗌 𝗉𝗈𝗎𝗋 𝖽𝖾𝗌 𝗂𝖽𝖾́𝖾𝗌 𝖽’𝖺𝖼𝖼𝗈𝗋𝖽, 𝗆𝖺𝗂𝗌 𝖽𝖾 𝗆𝗈𝗋𝗍 𝗅𝖾𝗇𝗍𝖾,
𝖣’𝖺𝖼𝖼𝗈𝗋𝖽, 𝗆𝖺𝗂𝗌 𝖽𝖾 𝗆𝗈𝗋𝗍 𝗅𝖾𝗇𝗍𝖾.
𝗦𝗶 𝗮𝗹 𝗺𝗲𝗻𝗼𝘀 𝗻𝗼𝘀 𝗯𝗮𝘀𝘁𝗮𝘀𝗲𝗻 𝗮𝗹𝗴𝘂𝗻𝗮𝘀 𝗵𝗲𝗰𝗮𝘁𝗼𝗺𝗯𝗲𝘀
𝗣𝗮𝗿𝗮 𝗮𝗿𝗿𝗲𝗴𝗹𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼, 𝗽𝗮𝗿𝗮, ¡𝗽𝗼𝗿 𝗳𝗶𝗻!, 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗮𝗿.
𝗧𝗿𝗮𝘀 𝘁𝗮𝗻𝘁𝗮 𝗱𝗲𝗴𝗼𝗹𝗹𝗶𝗻𝗮, 𝘁𝗮𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗶𝗻𝗺𝗼𝗹𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀,
𝗲𝗹 𝗽𝗮𝗿𝗮𝗶́𝘀𝗼 𝗲𝗻 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮 𝘁𝗲𝗻𝗱𝗿𝗶́𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗹𝗰𝗮𝗻𝘇𝗮𝗿.
𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗹𝗮 𝗲𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗼𝗿𝗮𝗱𝗮 𝗱𝘂𝗲𝗿𝗺𝗲 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝗮𝗹𝗲𝗻𝗱𝗮𝗿𝗶𝗼,
𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗼𝘀𝗲𝘀 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲𝗻 𝘀𝗲𝗱, 𝗻𝘂𝗻𝗰𝗮 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲𝗻 𝗯𝗮𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲,
𝘆 𝗼𝘁𝗿𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗺𝘂𝗲𝗿𝘁𝗲, 𝘀𝗲𝘃𝗲𝗿𝗮 𝘆 𝗮𝗽𝗿𝗲𝗺𝗶𝗮𝗻𝘁𝗲…
𝗠𝗼𝗿𝗶𝗿 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝗶𝗱𝗲𝗮𝘀, 𝘀𝗶́, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼,
𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼.
Animo y suerte.
* Morir por las ideas - Georges Brassens - Mourir pour des idées
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