No recuerdo el amanecer de ese día. Pero seguro que fue distinto al que ahora mismo veo.
No había una autovía llena de vehículos y luces, fue distinto.
Desayuno tranquilo, escuchando el murmullo cercano de las olas rompiendo al otro lado de las dunas. La lluvia de ayer, ha hecho reverdecer las hojas de los arboles y algún pájaro celebra su desayuno. El cielo está nublado, pero seguro que el sol vence.
Cambio de planes. Visitas canceladas. La casa que me hizo comenzar este camino, no podemos verla. Que lástima. Habíamos contactado con la inmobiliaria hace tiempo, pero era necesario que estuviera el propietario.
No hay problema, hay más.
Otra cancelación.
Había una más para hoy, pero también se cae.
Tomaremos el día de relax. Vaguear paseando por la playa, revisar correos, contestar algunos y buscar más datos de esa posible Itaca que, por ahora, se llama Mira.
Comida rica, mirando al océano, en Costa Nova. Es un sitio divertido, platos relativamente sencillos pero con su punto.
Almejas blancas, camarones rebozados en cacahuete con salsa picante, ensalada de garbanzos, olivada y bacalao y mis queridos ceviches.
Temperatura muy agradable que reactiva las neuronas y un sol que me hace maldecir mi mala memoria, por no tener las gafas de sol.
Vamos a Itaca. El sol aprieta.
Un grupo de ancianos, en un banco, bisbisean sobre esos españoles que pasean mirando ventanas y azoteas.
Una puerta abierta en la Cámara Municipal. Debería estar cerrada, pero un amable Angelo nos recibe. Hablamos en "portuñol" y al momento, nos reímos de la torpeza de ambos.
Vemos planos, hablamos de normas municipales y de casas de estilo Gandares. Restaurar o derribar. Mucho terreno. Puede construirse una urbanización y una plantación de patatas o un jardín inmenso.
Angelo me plantea la posibilidad de pasar mis mañanas cortando el césped, yo, le cambio la idea. El corta el césped y yo preparo una barbacoa. Un gran tipo.
Volvemos a la casa. Nos observa. Nos hace ojitos. Está que no se tiene en pie.
Ventana, puerta, ventana. La puerta de los muertos, y unas pequeñas aperturas cerca del tejado, para ventilar el granero.
Los cimientos son de madera, y en la parte de abajo hay unos orificios para que la casa "respire". Estilo Gandares, nos han dicho.
Si eres tu, mantendremos tu cara, le digo. Tiene que seguir respirando.
Esto sigue.
Y el atardecer nos espera, allí, en el océano.
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