martes, 22 de octubre de 2024

Asesino en serie



Hoy, tras leer las noticias, pensaba escribir sobre el problema de la vivienda. Pros y contras de las ayudas al alquiler. El proyecto 𝑺𝒆𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏 𝟖 de EEUU y su diferenciación de incentivos a viviendas y a inquilinos, por ejemplo.
También, quería escribir sobre las atenuantes de "dilación indebida", que cada vez aparecen más en casos vergonzantes, en los que los acusados reducen su pena o ni tan siquiera la cumplen.
Quería vomitar sobre esas querellas que se presentan por la mañana, por estupideces, y se contestan por la tarde. Ahí, no hay dilación.
Quería escribir sobre las personas que tienen "opinión". Opinión sobre las vacunas, sobre la forma de criar a un hijo, o como construir una casa.
Quería escribir sobre "opiniones" ignorantes.
Se me pasó por la cabeza, escribir sobre algún mandatario, sobre esa chulería que se aplaude desde la barra de un bar, sobre el poder que da la ignorancia.
De hecho, he escrito veinte, treinta líneas, pero las he borrado porque conforme lo hacía se me acababan las ganas de ser divulgador y me entraban las de asesino en serie.
En nada amanecerá. Llevo las deportivas puestas y ¿sabes?, me voy a ver amanecer.
Por cierto, animo y suerte, la vamos a necesitar.
Pdta.: Aquí amanece a las 8:16.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Morfeo



Las noticias las leí de madrugada. El sueño no llegaba y trabajé a la contra. No hay sueño, pues actividad mental.
Al lado de una foto que lleva como pie: "Niños palestinos esperaban una ración de comida de una organización de ayuda humanitaria". Otra, con este: "Una parte del equipo de Zxxxxxx emplata la lubina salvaje con picada de vieira y coral de remolacha, uno de los 13 pases que saldrán durante la noche".
En la primera, las manos sujetan cacharros de metal, pequeños baldes de plástico y las miradas, las bocas, son pura desesperación.
En la segunda, todo es control, parsimonia, concentración, para depositar pequeños elementos decorativos sobre un bocado de pescado.
Dilaciones indebidas. Es decir, retraso en la tramitación de una causa. Y así, siete hombres se han librado de cumplir condena. Un retraso de 10 años.
Solo 3 de los 13 condenados pisarán la cárcel en el caso de prostitución de menores en Murcia, por lentitud judicial.
Emigrantes deportados a Albania y Bruselas muestra su piel de lobo.
Llegado a este punto discuto con Morfeo.
- Que tienes una edad y deberías dormir.
- Pero, pero ¿alguien está durmiendo?
- No son horas
- Nunca son horas
- Ea, ea, ya pasó, ya pasó.
- ¡No!, ¡no pasó!
En la madrugada del 3 de julio de 2021, como describe la fiscal del caso: “Los continuos y brutales golpes propinados a Samuel fueron realizados con la intención deliberada de aumentar innecesariamente su dolor y sufrimiento físico para alcanzar el fin letal, reflejo de una crueldad y deshumanización extremas”
Dos inmigrantes senegaleses (como los deportados a Albania) y una amiga fueron las únicas personas que le ayudaron. No, no pasó.
Dotado de alas que le permitían alcanzar el confín del mundo en un instante y sin hacer ruido, Morfeo me abraza, apoya su cabeza en mi hombro y noto los espasmos de su sollozo.
Amanece.
Animo y suerte.

martes, 15 de octubre de 2024

Metrónomo



Hay momentos en los que las cosas más nimias y, en definitiva, las menos importantes ocupan toda nuestra atención.
El Ayuntamiento debería haber bonificado el impuesto de bienes inmuebles, pero en cambio lo ha subido un 10%.
Los pinos del jardín, comienzan a tener habitantes.
El maldito 𝟑𝐩𝐚𝐭𝐚𝐬 ha escarbado la zona donde están los nuevos bulbos. Los ultrasonidos te esperan, bribón.
Quería hacer unos garbanzos con boletus, pero no ha podido ser.
Pido hora y no hay nada disponible hasta enero. Tal vez, la semana que viene pero al otro lado de la ciudad.
Veo como triunfas y no le das valor. ¿Acaso no es un triunfo seguir?
Ordeno textos y los vuelvo a desordenar.
Me falta terapia, me falta tiempo para sanar.
Vacunas el jueves, ya ves.
Recuerdo todas las locuras que he hecho, sin pensar en mañana, sin pensar en que tal vez era el último día de mi vida.
He caminado kilómetros. Las piernas duelen más que nunca, pero sigo caminando. Sigo intentando hacer lo adecuado, lo que debo hacer, lo que toca.
Y oigo dentro de mi cabeza el pulso del metrónomo. ¡Tac! ¡tac! ¡tac!...
Tal vez si modifico el compás o elijo un tempo más adecuado. Un adagio o un moderato. Allegro, presto, o que se yo.
La bolsa de basura se quedó al inicio de las escaleras y se ha generado una urbanización de hormigas.
Han caído cuatro gotas y aun no me he duchado.
En nada anochecerá. ¿Y si este fuera el ultimo día, de nuestras vidas?.
Dar la vuelta al mundo, olvidar, solo pensar en ti.
Mientras Dani me habla de la costa oeste y de un 911 lleno de ansia y deseo.
Reírnos del futuro. De eso que nunca existió, porque solo era mañana. Dormir en el Concorde Du Louvre, recorrer Nueva York.

𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐯𝐚𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐚
𝐘 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐭𝐨𝐪𝐮𝐞𝐬 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐲𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐮𝐳𝐜𝐨 𝐮𝐧 𝟗𝟏𝟏
𝐃𝐞 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐬𝐭𝐚 𝐨𝐞𝐬𝐭𝐞
𝐘 𝐩𝐚𝐫𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐚 𝐞𝐧 𝐏𝐞𝐛𝐛𝐥𝐞𝐬 𝐁𝐞𝐚𝐜𝐡

Si, es buena idea. Vamos a inventarnos que hoy es el ultimo día de nuestras vidas. ¿Te atreves?
Malditas rodillas. Maldito Dani.
¡Tac! ¡tac! ¡tac!...
Animo y suerte.
* 𝖤𝗅 𝗎́𝗅𝗍𝗂𝗆𝗈 𝖽𝗂́𝖺 𝖽𝖾 𝗇𝗎𝖾𝗌𝗍𝗋𝖺𝗌 𝗏𝗂𝖽𝖺𝗌 - 𝖣𝖺𝗇𝗂 𝖬𝖺𝗋𝗍𝗂𝗇
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#100cafesy2000paracetamoles 

sábado, 12 de octubre de 2024

Níscalos



Llueve en modo intermitente. Ahora si, ahora no.
Hoy he dormido bastante bien.
Quitando la salida atropellada para guardar todos los cojines del jardín, cámara lenta.
Andaba de antojo. La culpa, si hay que culpar a alguien, Núria Ortínez, COCINERA con mayúsculas y mejor amiga.
Su arroz caldoso con níscalos llevaba martilleándome el cerebro desde que lo vi.
Salgo a la caza del níscalo. Pongo gasolina y ayudo a un par de matrimonios a programar su surtidor. La fila de coches y personas tras ellos, era considerable.
La señora que llevaba la voz cantante, desconfiada y se asusta cuando le he pedido su tarjeta para introducirla de la manera adecuada.
La buena obra del día. Ainsssss.
Veo a la propietaria de la tienda con dos cajas de níscalos. Anda limpiándolos. Pillamos "capazo" y acordamos que son demasiado grandes, que hay que cogerlos antes.
Pregunto si me los sirve ella o me los pongo yo. (¡Já!)
Me recomienda que coja de la caja que está limpiando y troceando (son más baratos y revisados).
Al final, elijo unos cuantos (de los caros) y pongo en otra bolsa de los otros (algo menos caros).
Chalotas. Veo sardinas de cubo. Será la cena de mañana, con un tomate.
Tenían boletus. Igual me paso mañana.
Vuelve a llover.
Mientras regreso a casa, voy pensado en unas carrilleras (una receta de Cocina Hermanos Torres). La modificaré a mi aire y pondré Marsala.
Definitivamente, arroz con níscalos y carrilleras.
Esta noche, huevo poché, con los níscalos que queden, salteados con ajo.
Me quedo colgado mirando por la ventana.
Necesito algo más de "aire".
Hay que seguir con el libro.
Buffff, la una.
A cocinar.
Suena 𝐐𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐣𝐨𝐝𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 de Alice Wonder.
Animo y suerte.

miércoles, 9 de octubre de 2024

𝑻𝒊𝒌𝒖́𝒏 𝒐𝒍𝒂𝒎

 


Hay días en los que el silencio, me vence.
O mejor, me dejo vencer por él.
Biorritmos, ansiedad, depresión. Aquello que nos rodea o todo lo que nos afecta.
¿El silencio cura?
No lo sé. Pero en ocasiones igual que escribir o cocinar son mi terapia, el silencio, escuchar lo que otros dicen, leer sus miradas, olvidarme de mi y solo absorber, recibir de fuera, hace que todo cambie.
Un buen amigo me recomendó, hace unos días, una serie de televisión.
No me gustan, no suelo verlas, prefiero las películas, pero insistió.
El fraude de las cuotas de carbono. Unos delincuentes, un magistrado.
La he visto del tirón. No tanto por la serie en sí, ni por su argumento, han sido otros muchos detalles.
La mirada de ese magistrado. Todo lo que había detrás. Su propia vida, sus objetivos, su propósito.
Los delincuentes, su entorno. Su manera de tratar el dinero, el lujo.
- ¿Qué droga crees que es la más potente?
- La mentira. Una vez que la pruebas no puedes vivir sin ella.
El magistrado odia. Y su odio hay momentos en los que es contagioso.
Odia a los bancos, a los financieros, a los políticos, a los mentirosos, a los delincuentes, a todo aquello que va en contra de los más desfavorecidos.
Hay momentos en que te gustaría disponer de un arma y "hacer" justicia.
¿Y de que serviría?
El detalle, el más importante y que lleva dándome vueltas en la cabeza estos días, es casi imperceptible entre macarras tunecinos, policías corruptos, pijos adinerados y estructuras financieras sin alma. Una expresión. 𝑻𝒊𝒌𝒖́𝒏 𝒐𝒍𝒂𝒎.
Hay que dejar el mundo, por lo menos, un poco mejor de lo que lo encontramos al llegar.
Probablemente, este principio, es el que mueve al magistrado en su incansable búsqueda de los delincuentes.
Podríamos hablar de las tradiciones judías. 𝑻𝒊𝒌𝒖́𝒏 𝒐𝒍𝒂𝒎 es una afirmación en hebreo que significa “reparar el mundo”.
Justicia social.
Olvidemos la serie.
Lanzar bombas, solo consigue generar grandes cráteres en la tierra que se llenaran con cadáveres, mañana, pasado o dentro de 50 años.
A veces, el silencio, engendra odio.
A veces, el silencio, busca dejar el mundo, por lo menos un poco mejor de lo que lo encontramos al llegar.
Una cena con amigos. Mil temas. Noticias, motivos, valores, una serie, un magistrado que se mueve empujado por el 𝑻𝒊𝒌𝒖́𝒏 𝒐𝒍𝒂𝒎. Una mirada llena de odio, llena de ganas para reparar el mundo.
Hoy he hecho galletas, en silencio, como un magistrado.
Animo y suerte.
Pdta.: Gracias Carlos Yárnoz.

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miércoles, 2 de octubre de 2024

Ciegos y mancos



Me despierto en la misma calle en que esta ciudad me recibió, por primera vez, hace unas cuantas decenas de años.
Sirve de conexión entre el Paseo de la Castellana y Bravo Murillo.
Distrito de Tetuán, barrio de Castillejos.
He salido a desayunar. Mucho movimiento de vehículos, como siempre. Algunos montones de objetos protegen el sueño de indigentes. Supermercados de cualquier lugar del mundo en las calles paralelas.
Cartas de breakfast con molletes ¿Mediterráneos?, con tomate y aguacate. Churros, porras, desayuno Continental.
Es, y siempre me ha parecido, un barrio extraño.
Muy cerquita, el Bernabéu, el Palacio de Congresos, la Castellana, la zona de negocios o, al menos, una de las zonas de negocios.
Contesto algunos mensajes y decido caminar hasta la Torre Picasso.
Bajo por Orense, todo me es conocido, mi paso cada vez más lento. Casi como protesta a toda la gente que veo a mi alrededor. Tienen prisa, seguro que sus destinos son importantes. Aunque las terrazas de los bares están llenas y hay grupitos de vapeadores y fumadores cada poco. Empiezo a ver personas con collares identificativos. Trajes azules, corbatas y algunos zapatos que mejor salir descalzo.
Las señoras o señoritas, muy arregladas, melenas cortas o media melena, perfumes "formales" nada de esos llamativos "siguemepollo".
Poca gomina. Ya no debe ser lo habitual.
Cabezas bajas metidas en los móviles. Un portero a la puerta de su edificio, un muchacho cruzando la calle. Mancos y ciegos.
Miro los edificios como si fuera un jubilado.
Oficinas que son viviendas para muchos. Viviendas con ventanas y balcones, desangelados, sin plantas, con las persianas bajas que parecen oficinas.
Giro hacia Castellana y llego al Bernabéu.
Impresionante construcción que necesitaría más espacio a su alrededor para ser observada adecuadamente.
Obras, sirenas de ambulancias que transportan mancos y ciegos con poca suerte.
Me paro y miro azoteas, letreros. Miro gente. Viviendas individuales en un palmo de acera que pisan miles cada día.
Alguien habla en un idioma que no consigo localizar. Esta sentado cerca de la Torre y parece mantener una reunión. Lleva unos cascos inalámbricos y está comiendo un sándwich.
Jamás John Montagu IV (se le atribuye la invención del sándwich), hubiera imaginado que la forma ideada por sus criados para que se alimentara y pudiera seguir jugando al ajedrez, tendría tanto éxito.
La Torre. Me trae recuerdos. Las primeras emisiones de informativos. La cascada de agua, 43 plantas y 157 metros de altura.
Decido volver y cruzo la plaza para buscar Orense de nuevo, por la izquierda.
Unas rampas de hormigón me llevan a mis pensamientos apocalípticos. Las hierbas y arbustos crecen en cualquier grieta. Nadie las utiliza como acceso a los niveles inferiores. Debajo, montones de trastos, basura y bultos bajo mantas, configuran otra ciudad.
Vuelvo a mirar la Torre. Despreocupados paseantes de perros, ciegos y mancos doblemente, pasan a mi lado.
A escasos 50 metros, hay otra ciudad.
Tiendas, encuestadores, bares, restaurantes, oficinas y viviendas. Sirenas, bocinas y mil lenguas en al aire.
Ciegos y mancos. Una ciudad con mil ciudades dentro.
Madrid, me mata.
Animo y suerte.