viernes, 24 de mayo de 2024

James

 


No estaba previsto salir a la calle, ayer por la tarde.
Había muchas cosas que hacer, que organizar para el fin de semana.
Alguna walking meeting, contestar correos, vamos, lo normal.
No estaba previsto que el lavaplatos dijera basta.
No estaba previsto ir a la tienda habitual de electrodomésticos y buscar la posibilidad de sustitución para hoy.
No estaba previsto, al terminar, aprovechar para hacer alguna compra.
No estaba previsto que mientras hablaba por teléfono, al otro lado de la acera, sobre un banco, un perro pastor alemán ladrara con desconsuelo.
No estaba previsto que me pusiera en prevengan.
Al otro lado del banco, un gran bulto estaba en el suelo.
Si, lo confieso, pensé que el perro estaba tratando de llamar la atención para que alguien atendiera a su amo.
Detuve mi conversación.
No estaba previsto que alguien cruzara la calle y resultara ser el dueño, y aquel bulto, una gran mochila.
No estaba previsto que siguiéramos caminando; yo hablando de futuro, de misión, de visión, de consejeros y consejos, mientras ellas entraban en la tienda.
No estaba previsto, que aquel caballero con planta de gigante germano, con gorrilla, mochila, sandalias y pantalón corto se detuviera de una forma que me resultó extraña, con su braco de manchas marrones.
La conversación se entrecortó y me despedí para salir corriendo hacia aquella montaña que movía los labios sin hablar y que convulsionaba, estando de pie.
No estaba previsto que un policía fuera de servicio, lo pusiera de lado y que empezáramos a escuchar esas frases que poco a poco nos llenaron de congoja.
- ¿Alguien ha llamado al 112?
- Pero, ¿y la ambulancia?
El braco, seguía sujeto a su correa y esa correa, seguía sujeta a la mano de su amo con firmeza.
No estaba prevista aquella situación y que el alma se encogiera de aquella manera.
Una cadena de casualidades no previstas.
Alguien trajo una toalla para que el accidentado pudiera estar mejor.
De pronto, abría los ojos, para un segundo después volver a perder la conciencia.
Policía, ambulancia, gente.
Maniobras para la recogida, una plancha, la camilla, un collarín.
Susto, susto, congoja. Esto no estaba previsto, joder.
El braco, James, nervioso, inquieto, viendo que su compañero de paseos, desaparecía de su lado.
James, se vino a casa. A casa de unos desconocidos que no entendían nada y que se llevaron un baño de realidad, una bofetada con toda la mano, sobre la levedad del ser y una mantita con algo de pienso.
M., anoche, estaba en el hospital consciente y estable, esperando diagnostico.
James, ha dormido en casa, o mejor dicho, ha sido el que ha dormido.
Nada de esto estaba previsto.
Un cúmulo de casualidades que hoy, por enésima vez, me dicen que somos frágiles, que la vida puede cambiar en un segundo.
Mientras, James, busca mimos y caricias, hasta que M. venga a buscarlo.
James, Jaime, Jaume, no estaba previsto.
Animo y suerte.

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