jueves, 26 de septiembre de 2024

Fundido a verde y azul



Llevo unos días, tal vez desde el fin del verano, con una sensación extraña. Creo que una catástrofe nuclear o una nueva pandemia (la gripe aviar serviría) ha arrasado la humanidad.
Desde mi ventana veo, por encima del seto, algún coche. Una o dos personas paseando un perro. Poco más.
Los pájaros me sacan de la ensoñación.
Llevo camino de moquear y toser. El roce hace cariño y cuanto más roce, más resfriado.
No vi Juego de tronos ni Walking dead. The Wire y Breaking Bad me suenan. Alguna escena interesante, pero a posteriori de su emisión.
Alguna vez, he imaginado el final de la humanidad como ese fundido a negro del final de Los Soprano.
De la luz a la oscuridad, y ya.
Acaba de pasar otro coche. Seguimos. Siguen.
Otro café.
Ordeno documentos, ideas. Busco soluciones para problemas que solo están dentro de mi.
Uno de los arboles de la entrada hay que podarlo. No llego a ver claramente quien está llamando a la puerta. Todos están inclinados hacia la izquierda. Ese "tumbao" que llevan los chulos al caminar. Pero estos, los pinos, no caminan; aunque seguro que si pudieran saldrían corriendo a buscar su Ítaca.
Recorrer el Mediterráneo hasta llegar al Jónico, a la patria de Odiseo.
Hay quien asegura que Ítaca, es Cádiz. Aunque no veo yo a Odiseo formando parte de una chirigota.
Otro coche. No. Esto sigue. No hay fundido a negro, por ahora.
Calabacines, queso azul. O mejor, una tortilla de Ibuprofeno y Paracetamol.
Susto, miedo, cobardía, dolor.
Fundido a verde y azul.
Seguimos.
Animo y suerte

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