martes, 13 de mayo de 2025

Alambradas


A la izquierda, el mar da lametones delicados a la playa. Llevo varios kilómetros de caminata y noto como las gotas de sudor se escurren por mi espalda.
A la derecha, un camping de caravanas. Grandes furgones, casas rodantes que en ese momento me parecen varadas en medio de la nada por falta de combustible. 
Sus habitantes, deambulan alrededor del mobiliario esparcido cerca de sus casas. Hay una alambrada. Pienso si es un campo de concentración de campistas y que están ahí retenidos, castigados a vivir frente al mar. Algunos, han vallado su propia parcela y, dentro, sus perros me observan con mirada de ansia de libertad.
Matrículas holandesas, belgas, francesas, lo convierten en internacional.
Llegando a la última cala, un par de gaviotas se ríen de los bañistas que, valientes, se meten en el agua.
Al fondo, ya de vuelta, una urbanización fantasma que pronto abrirá sus ataúdes para llenar la arena de cuerpos níveos al sol. Los pinos piñoneros me dan la razón y vuelvo la mirada al campo de concentración. Ahí siguen, no se mueven, solo están.
El camino de tierra está lleno de charcos que obligan a buscar alternativas para cruzarlos.
Lastima no tener unas botas de agua y unas cuantas decenas de años menos. ¿Y si me quito las zapatillas? Saltar sobre los charcos y confundir los chorretones de barro con el sudor propio. No se cual sería la sensación. Y no me refiero a la de saltar y mancharme, sino a tener esas decenas de años menos.
Barro eres y en barro te convertirás.
El sol sube más alto. Será un día de calor.
Los gemelos se han confabulado con Aquiles. Bajo el ritmo con la excusa de mirar al horizonte. Siempre hay una excusa para bajar el ritmo.
Un cordón de seguridad protege a las especies de la zona. Otro campo de concentración, esta vez, de arbustos, hierbas y plantas.
Llego al asfalto. No hay dolor, sigue.
La playa continua con una abierta y gran curva. Al fondo, un pequeño rompeolas que protege al Club Náutico. Otro campo de concentración, sonrío. Este de embarcaciones.
Vallas, alambradas, rejas, muros que protegen, que encierran.
Según a que lado de la alambrada te veas, protegido, encerrado.
Otro caminante acompañado de su mascota, se acerca mirándome. Por su color de piel y aspecto, lo saludo en inglés, sincronizados, él lo hace en alemán y los dos sonreímos. Error.
Ancianos apoyados en andadores, prisioneros con sombrero o gorrita, mujeres y hombres  arañando el retorno a la juventud, el ansia de estar en forma, resoplan y sudan, saludando con un ligero movimiento de cabeza par no perder aire, ni ritmo.
Todos nos movemos pegados a la alambrada del mar.
Cuando llegue y atraviese el alto seto que rodea a mi casa, tomaré una ducha y escucharé las noticias que me recordarán lo lejos que estoy.
Tal vez, la libertad sea esto. Vivir cerca de la alambrada.
Animo y suerte.




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