sábado, 17 de mayo de 2025

El triángulo de Tartaglia



Empiezo a pensar que mi insomnio, mis problemas para conciliar el sueño, no tienen nada que ver con el sueño en si, sino con el despertar.
¿Y si no me despierto? ¿Cómo será eso que algunos dicen que hay después?
¿Y si no hay nada?
Tampoco espero, si eso ocurre, un despliegue de personas con luces, banda de cornetas y tambores y pancartas de bienvenida a ese lugar, llamémoslo, "quiensabedonde".
Pero el simple hecho de hacerme esas preguntas unos minutos antes de caer en brazos de Morfeo, me genera inquietud. No, no es miedo a no despertarme. Si ocurre, tengo pocos medios para evitarlo. Es más curiosidad.
Ese momento siempre lo he imaginado como un fundido a negro, sin sonido. Ese túnel con una luz al fondo del que muchos hablan, en mi caso, me lleva a la infancia. 
Al comedor de aquella vivienda sindical que nunca consigo adecuar a su tamaño real. El televisor era un Emerson, grande, muy grande. Blanco y negro. La pantalla estaba incrustada en una caja de un material parecido al poliéster y descansaba sobre una mesa de ruedas con una balda en la que estaba el transformador (si, tengo una edad).
Cuando presionabas la tecla de apagado, toda la pantalla quedaba en negro excepto un punto de luz en el centro que, poco a poco, también desaparecía.
Vale, si. Puedo utilizar todas las técnicas que se te ocurran (yo creo que he utilizado todas o casi todas) para intentar llegar al fundido a negro sin enterarme y tener un descanso reparador.
Una infusión, leer un libro, escuchar una música suave y relajante, contar hacia atrás a partir de 300, de 3 en 3 o hacer el triangulo de Tartaglia hasta el infinito mentalmente, etc.
Los resultados han sido poco satisfactorios. Siempre acabo en la gasolinera.
Con la infusión, he llegado a tomar varios litros y llegado el amanecer, salir a comprar más infusiones. El único sitio abierto: la gasolinera.
Lo del libro, puedo leérmelo del tirón y seguir con la letra pequeña de la caja de las infusiones, que hace que me tome una infusión y de nuevo acabe en la gasolinera.
Lo de la música suave, lo evito. Acabo siempre en la gasolinera comprando un libro e infusiones.
Contar hacia atrás a partir de 300, mal también, siempre me descuento y tengo que volver a empezar. Me tomo una infusión, me leo el libro y vuelta a la gasolinera.
A veces, el triangulo de Tartaglia parecía ser efectivo pero en cuanto llegaba a la gasolinera, pegaba la hebra con el muchacho del turno de noche (ya me conocen todos) y acabamos en el bar de enfrente desayunando y discutiendo sobre si una representación de los coeficientes binomiales ordenados en forma de triángulo data del siglo X, en los comentarios de los Chandas Shastra o tiene su origen en un libro antiguo indio de prosodia del sánscrito escrito por Pingala alrededor del año 200 a. C.
Claro, el día que consigo dormir, me despierto también inquieto.
¿Qué habrá pasado durante estas horas en las que he "desaparecido"?
¿Se habrá producido la invasión zombi?
¿El meteorito estará a punto de impactar?
¿El de la gasolinera habrá entendido la diferencia entre el triángulo de Tartaglia y el de Sierpinski que le explique ayer?
¿La Megaprincesa Isabel Natividad habrá descubierto su gran pasión y le hará la competencia a Melody?

Una diva no pisa a nadie para brillar
Su voz le hace grande, ¿qué más da?
Si ella es libre cantando como un pez en el mar
Una diva es valiente, poderosa
Su vida es un jardín lleno de espinas y rosas
Resurge bailando
Con más fuerza que un huracán

Si, pienso demasiado.
Animo y suerte.

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