domingo, 31 de agosto de 2025

Byrne y el bálsamo de tigre rojo


El día amaneció nublado. Parece como si quisiera recordarnos el fin del verano.
Comida familiar. Despedidas. La comida vendrá preparada.
Salgo a caminar. El trote lo dejaremos para más adelante. La artritis/artrosis, por llamarlo de alguna manera, no ayuda.
Mantengo el paso rápido.
Saludo algún habitual, sin pararme.
Conecto los auriculares.
"Batería baja"
¡Caguentó!
Enfilo hacia las calas. No tengo intención de superar marcas, solo sudar un rato. El primer kilómetro en 10 minutos, el siguiente, en 9. Me paro, saco una foto, contesto un mensaje. Me duelen los gemelos y descubro puntos de dolor que no imaginaba. Bajo el ritmo.
David Byrne (si no sabes quien es, búscalo) saca disco nuevo el 5 de septiembre.
Mientras la batería sigue dándome avisos, suena Psycho Killer. Me paro en el mirador de una de las calas y me noto siguiendo la música con movimientos de cabeza y flexionando rodillas.
Noto el sudor como empapa mi camiseta y mi frente. Ahora, suena This must be the place, y me pongo a tararearla subiendo el ritmo de las zancadas.

Hi-yeah, I got plenty of time
Hi-yeah, you got light in your eyes
And you're standing here beside me
I love the passing of time

Una señora, con un perrito, se me queda mirando. ¿Me habrá oído?
Me duele ese punto de la cadera en que se une a otros huesos. Ese que no tiene casi movimiento pero que se mueve, roza y duele. El meñique del pie derecho quiere cantar también, sigo, sigo.
La pastilla de la tensión y el café están creando su efecto diurético y las cabezas parlantes cantan y susurran Once in a life time

Letting the days go by
Let the water hold me down
Letting the days go by
Water flowing underground
Into the blue again

Compro el suplemento dominical de "tu ya sabe mi amol", y ahí esta. Con sus pantalones de peto rojos, 73 años.
Y yo, con mi bálsamo de tigre, también rojo.
Mañana, más.
Animo y suerte.

viernes, 29 de agosto de 2025

El verano


Mientras hago tiempo para salir a caminar, 
leo las noticias y se carga el móvil.
Isi, esta de revisión por el jardín. Aquí, hoy, hay movimiento desde muy temprano.
Se va notando la bajada de temperatura y de veraneantes, aunque sigue habiendo mucha gente en las terrazas y en los paseos.
Comienzan las campañas de fascículos en televisión y la vuelta al cole amenaza a los padres, pero más a las criaturas.
Algunos afrontarán el síndrome de "yo me quiero quedar aquí" y no volver.
En el fondo lo que realmente queremos es no volver, al trabajo.
Bueno, vale, tu no. Tu eres especial y estas deseando volver. Te cansa este calor, la arena de la playa, los mosquitos, los niños dando voces y la gente. Sobre todo, la gente.
Hay demasiada gente. En los bares, en la calle, en los supermercados, en los restaurantes.
Da igual playa o montaña. Todo está lleno.
Bueno, vale, tu te fuiste a Indonesia, a Bali o al Kurdistán, y allí no te pareció que hubiera tanta gente.
Pero, ¿recuerdas aquel año de turismo rural?. El maldito gallo te despertaba a las 5 de la mañana todos los días. Deseaste las 100.000 plagas para la charanga que, en las fiestas de la localidad, interpretaba como un mantra "Juanito el Chocolatero".
Aquella ruta fantástica por la montaña en la que, después de 15 km de tortuoso camino, una lluvia torrencial te recordó el fin del verano. La gente, no era el problema.
Podemos recordar vacaciones divertidas y otras, no tanto.
Hay personas que mantienen que las vacaciones les permiten "cargar pilas", como si su vida funcionara a base de kilovatios. Otros hablan de biorritmos.
Es un momento para buenos propósitos que revisaremos para el inicio del año nuevo.
Apuntarse al gimnasio, bajar el consumo de alcohol, apuntarse a un curso de cocina o, simplemente, ordenar la mesa de trabajo y los papeles del banco.
Hay que hacer el cambio de armarios. Guardar las camisetas y pantalones cortos y pensar en las "rebequitas" y la ropa de abrigo.
En nada, colgaremos el espumillón y los adornos navideños. Llegará el día de la salud, porque volverá a no tocarte "el gordo" y nos tragaremos 12 uvas deseando que no sean de ira y odio.
Tal vez, el verano, es ese tiempo para hacer planes o para decidir que no hay plan. Que el tiempo pasa inexorablemente y que la vida nos puede. Que da igual tu plan. La vida, tiene el suyo.
Que por mucho que haya quien se empeñe en joder con bombas e injusticias, la vida puede más y aunque la tierra esté calcinada, volverán a crecer hierbas. Puede que malas hierbas, pero, algunas, tendrán flores.
Y volverán las golondrinas, y la primavera. Y tu, volverás a mirarte al espejo suspirando porque lleguen las vacaciones.

El final
Del verano llegó
Y tú partirás
Yo no sé
Hasta cuando
Este amor recordarás

Animo y suerte.

jueves, 28 de agosto de 2025

Tioésteres


Como decíamos ayer...Hemos creado miles de infiernos.
Siempre se ha asociado al príncipe de las tinieblas con ese lugar, el infierno. También, se ha descrito como un sitio horrible, donde las llamas y el fuego creaban el ambiente natural.
También, podríamos decir que el diablo huele a azufre y por extensión, el infierno también.
El mal olor de una flatulencia, es debido a que algunas bacterias que habitan en el intestino grueso producen gases que contienen azufre. Olor a huevos podridos.
Tirando del hilo, el azufre se menciona en la Biblia, como en Sodoma y Gomorra (Génesis 19,24), y en el Apocalipsis (20:10) como parte del lago de fuego donde será arrojado el diablo. 
En la Edad Media, se asoció a los volcanes, que se consideraban entradas al infierno.
Y de nuevo tenemos la conexión, azufre, infierno, demonio.
El pasado fin de semana, fue variado. Hubo tiempo para hablar de lo divino, de lo humano y del infierno. Incluso, hablamos del ARN.
Leo que, este mundo en el que vivimos algunos y otros sobreviven, pudo haber tenido su origen por un compuesto de carbono, oxígeno, hidrógeno y azufre. El mundo de tioéster.
Los elementos químicos reaccionaron formando moléculas más complejas.
Hace ya 4.000 millones de años, había ácido sulfhídrico (formado por hidrógeno y azufre) y el ferricianuro, había péptidos, algo parecido a proteínas. El ADN, el ARN. El origen de la vida ¿viene del infierno?
Si, si, ya se que he estirado mucho la goma. Pero, ¿y si la evolución fuera hacia atrás?
¿Y si todos estos demonios que dominan y gestionan cada uno de nuestros infiernos, se alimentaran de azufre y es por eso que sus palabras, sus acciones, huelen a huevos podridos?.
Se que algún lector/lectora experto en estas cosas del ARN y de los tioésteres me dará una colleja.
¿Y si Ras-Putín, fuera una proteína mal construida?  que alguien leyó erróneamente las instrucciones del ADN y le salió regulinchi Donald (el pato no, el otro).
Que toda la mala gente que se dedica a construir infiernos, no son malos, sino que están mal hechos. Que son hijos de Lucifer, Satanás, Belcebú, Mefistófeles, Leviatán, Azazel y Abadón.
Que tienen un exceso de azufre, en el cerebro, en el intestino.
Puede que este mundo, este infierno, lo estén creando demonios muertos, mal enterrados.
Necesito entender el porque de tanta maldad y de tanto olor a podrido. Y no, no son bacterias intestinales.
Un paseo hasta el mar seguro que ayuda.
Animo y suerte.





miércoles, 27 de agosto de 2025

Infiernos


Veo las publicaciones de personas que me son afines. No estamos bien, no. Se nota la tensión, la mala baba y, en algunos casos, el odio.
No puedo recriminarlos. Ni tan siquiera puedo estar en desacuerdo.
Han conseguido que seamos como "ellos".
Veo las fotografías del penúltimo asesinato de periodistas en Gaza. La vista se nubla y la boca se me llena de polvo.
Eran las 7:15 del viernes, 25 de abril de 1986, salía de un hotel en la calle Alcántara. Noche de fiesta y reencuentro que me llevó a aparcar mi coche en la acera de Príncipe de Vergara y mi exceso de alcohol, junto con mi acompañante, a su hotel.
Debía sacar el coche de donde lo había dejado aparcado antes de que me multaran. A casa, una ducha, varios litros de café y a trabajar.
No había terminado de doblar la esquina cuando una explosión me pego al suelo. Los oidos sordos, el estómago revuelto. Avancé apoyándome en la pared. Muy despacio.
Mi amigo Joaquín, que en aquellas fechas vivía por la zona, estaba sacando fotos.
Cruzamos alguna frase que sonó apagada. Miraba aquel horror y buscaba mi coche, aparcado en la cera opuesta, unos metros más abajo del que llevaba la bomba.
Alguien me dijo que lo retirara de ahí. Conduje directamente a la oficina, me temblaban las piernas.
Al día siguiente, la central nuclear Vladímir Ilich Lenin (Chernóbil) sufrió un accidente, 
Un fin de semana de desamparo, de miedo, de soledad.
Sigue habiendo incendios activos ante la pasividad de las autoridades locales. 
Donald (el pato no, el otro), saca el ejercito a la calle.
“Mucha gente dice que quizá queremos tener un dictador”
Israel, no diferencio entre población y mandatarios, autores de una masacre. La hambruna del pueblo de Gaza, de la que somos espectadores y cómplices, por extensión.
San Petersburgo despliega miles de cámaras para identificar a los ciudadanos “por razas”.
Ras-Putín “es duro como el infierno”, dijo Donald (el pato no, el otro).
Si echamos la vista atrás, vivimos en un infierno donde los humanos cada vez lo son menos y la naturaleza clama venganza.
Vivir en un infierno. En casa, en la oficina, en la calle.
La vista se nubla y la boca se llena de polvo.
Hemos creado miles de infiernos. Bienvenidos.
Animo y suerte.




jueves, 21 de agosto de 2025

No hay plan


Despertar tranquilo. Tal vez, con algo de congestión. Acostarse tarde, habiendo dormido poco la noche anterior no suele ser bueno pero, ayer, me dio igual.
Sobremesa nocturna larga, intensa, para recordar. Llena de guiños, de esperanza. Pintando confianza y dando fuerzas o al menos una mano donde agarrarse. Noche ventosa con las luces del jardín ejerciendo de estrellas.
Muchas sobras en el frigorífico. No prepararé comida.
Tengo a Isi tumbada a mi lado, la cacería de esta mañana la ha agotado. Perseguir salamandras, insectos, tórtolas y pájaros, agota a cualquiera, ese cerebro de nuez solo piensa en correr, saltar, oler.
Cuando entra en casa exhausta, a beber agua o a comer, es como cuando éramos pequeños y nos llamaban a merendar en lo mejor del juego. Bebe y come rápidamente para volver a su aventura del jardín selvático. Entre libélulas y mariposas.
¿Quién no sería ella, y cada día con más ganas?. Pelarse las rodillas jugando a indios y vaqueros, sorteando en que bando te toca hoy que, ayer, ya fuiste vaquero y los indios corren más y te gusta pintarte la cara y danzar con canciones inventadas a la lluvia.
Hacer un hoyo en el suelo y jugar a las canicas. Llenarte la cara de churretes de sudor con polvo del parque.
Saber que cuando llegues a casa, olerás a sudor de niño y no hay plan. 
Vacaciones, aun quedan vacaciones.
Escucho a @jlsastre (José Luis Sastre) y me arranca de la ensoñación.
Tiene su estilo. A veces, creo que le puede el corazón. No, no es malo, pero forzarlo tanto y todos los días, deja herida.
Heridas, heridas, grandes y pequeñas.
Todo me lleva a Gran Vía, a Desengaño, a la entrada por Mesonero Romano, a la Plaza de la Luna y a Corredera Baja de San Pablo. A Casa Fadrique y la rica comida casera de la madre de Juanjo, que con su milhojas nos adoptaba en El País de nunca jamás.
Pero, Sastre (gracias), se empeña en hablar de bombardeos, de reservistas, de incendios mal gestionados, de realidad que vuelve a hacerme sentir la necesidad de un plan. 
Ítaca, en El País de nunca jamás.
Isi, me mira. 
No, ¡joder!, hoy, no hay plan.
Animo y suerte.


martes, 19 de agosto de 2025

Que llueva, que llueva...


Ha amanecido oscuro. Parte por el humo de los incendios que, seguramente, siguen viajando al norte para volver por el este, y parte por la llovizna que empezó anoche y ha regresado esta mañana.
Isi, sigue marcando el territorio ladrando a las tórtolas que se atreven a posarse en los postes del tendido de teléfonos. Si, aquí, los cables cuelgan por todas las calles como si esperaran siempre al espumillón o a los adornos navideños.
Paso, del funeral de una croqueta (la de Rober, del Zubi. Descanse en paz) a las bobochorradas de la Megaprincesa Isabel Natividad recién regresada de Miami (el otro Miami, no este)
Veo a Donald (el pato no, el otro) como cambiado, o perdido, o más perdido de lo habitual. Rusia, que si, que si, pero no. Volodímir, te veo mal, con ganas de terminar de cualquier manera.
Y esos líderes europeos, ¿porqué se les llama líderes?. ¿Por el cargo? 
Si observo a cada uno de los asistentes, tengo dudas en ese calificativo.
El fuego sigue. Análisis de riesgo, amenaza, coste, impacto, probabilidad. 
Más camiones, más efectivos, más aviones. ¿Cuántos más? 
Más responsabilidad, más prevención. Y aun así el planteamiento no cambia:
La amenaza es el peligro, el riesgo es la probabilidad de que ese peligro se materialice y cause daño. Hay que eliminar o minimizar el riesgo.
¡Que dimita el Presidente! ¡El Consejero! ¡El otro Presidente! ¡Todos!. Si, seguro que esa es la solución.
Vuelve a llover, ligeramente. Son gotas gigantes que dejan su marca al chocar contra el suelo. La temperatura ha bajado considerablemente.
Palestina, ¿recuerdas? Hamás acepta la propuesta de los mediadores para frenar la puta guerra (los medios lo llaman "hostilidades").Israel, no sabe, no contesta.
Más camiones, más efectivos, más aviones. ¿Cuántos más?
¡Que dimita el Presidente! ¡El Consejero! ¡El otro Presidente! ¡Todos!.
Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva..
Animo y suerte.







domingo, 17 de agosto de 2025

Fuegos


Los ventiladores van muy despacio. Aquí hay fluctuaciones de tensión. Temperatura muy alta.
El consumo de energía se dispara como todos los veranos. Aumento de visitantes.
Hoy, día de retorno para muchos. Llegada para otros.
El cielo con un color extraño. He oído que es debido al humo de los incendios. Se ha desplazado hasta Irlanda, para volver a la península por el Mediterráneo.
Veo imágenes de personas indignadas contra nadie, cuando nadie es el destino, la fortuna, la casualidad o la falta de previsión.
No tenga usted árboles cerca de su casa, no plante coníferas como valla, elimine rastrojos. Consejos risibles, cuando el ayuntamiento prohíbe cortar pinos o no mantiene limpios los espacios públicos arbolados.
Veo sobre el mapa, lugares que me traen a la memoria recuerdos. Me intereso por personas. El fuego está muy cerca.
Por un minuto, Donald (el pato no, el otro) ha dejado de existir. 
La naturaleza está molesta con nosotros. El cambio climático avanzando sin tregua y, la especie dominante, la inteligente, los seres superiores apagando incendios con cubos.
Esta mañana, me informaban de que la crisis planetaria va más rápida de lo proyectado. Lo decía James Hansen, considerado el “padre del calentamiento global”.
Esa crisis planetaria, también denominada la triple crisis, cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad.
Yo, bromeaba sobre el plazo, pensando en mi jubilación.
Que pena tan intensa. Bosques, caminos, fauna, casas, personas.
Las guerras, el agua, el fuego.
Cuesta no ser pesimista, no derivar hacia la catástrofe y a la vez mirar asombrados la luna llena o las maravillosas perseidas. La inmensidad del mar, del cielo estrellado o rememorar aquel paisaje de las Medulas, la pequeña laguna, el mirador. 
El fuego, convierte en ceniza, en polvo, en nada.
Ojalá, los fuegos, fueran como los de Eduardo Galeano:

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Animo y suerte.




viernes, 15 de agosto de 2025

Esfinge colibrí


Por casualidad, han sido días de revisar heridas. Días para contrastar, quien dijo, como lo dijo o cuando lo dijo pero, especialmente, cuanto dolió y si la herida sigue abierta.
Una cura de largas comidas y más largas sobremesas. Empalmar el mediodía con la noche.
Habrá sido el calor que ha subido.
Hoy, todos, hemos decidido que es fiesta. No limpiaremos pinaza del jardín, ni cocinaremos desde primera hora. Incluso, cuando alguien se ha atrevido a preguntar por el plan de hoy, se ha escuchado:
- Hoy no hay plan, ¿Por qué tiene que haber un plan?
Las oigo moviendo cosas por la escalera. Una mesa, mobiliario, la máquina de coser.
- ¿Pero no hemos quedado que hoy era fiesta?
He puesto a secar brevas, higos. Su segundo día al sol. Si el proceso funciona, haré más.
Hoy, en Alaska, Donald (el pato no, el otro) sigue haciendo puntos para su Nobel de la Paz. Ojalá se quede en eso.
Incendios, llamas. Más de 100.000 hectáreas.
Playas a reventar. Restaurantes, bares, paseos, todo lleno.
Me apunto a la idea de Carlos Zanón. Deberíamos plantearnos huelgas de nosotros mismos, volvernos a la cama hasta que nos duela el esternón, propone.
Lo intento, pero no lo consigo. Se que sería la mejor medicina. No consigo dejar de pensar en los niños de Gaza, aunque un sueño profundo los aleje.
Las chicas, el otro día, desayunaban con la noticia de que habían visto un colibrí diminuto en el jardín. Llegué a creerlo y até cabos pensando que Isi tenía como objetivo su nido, cuando se encaramaba al pino del columpio, ladrando.
No. Los colibríes son aves endémicas de América. Se separaron de su grupo hermano, los vencejos y vencejos arborícolas, hace unos 42 millones de años.
Son los dinosaurios terápodos avianos más pequeños conocidos y más pequeños que viven.
Si no hago huelga de mi mismo, puedo leer y conocer más a este maravilloso y diminuto pajarillo ¿no?
Asumiendo la desilusión (otra) de que no podía existir un nido de colibríes en el jardín, la curiosidad, y la huelga ficticia sobre la realidad, nos llevó a encontrar quien era ese maravilloso habitante que ilusionó y dejó "empanada" a toda la familia.
No todo es lo que parece.
Macroglossum stellatarum, se llama. Como si la transfoba J.K. Rowling la hubiera descubierto o se hubiera basado en ella para crear la Snitch Dorada de Harry Potter.
Pero la naturaleza es sabia y agradecida. Mientras la duda de destrozar nuestro esternón nos rondaba a todos, y luchábamos con la desilusión del día anterior, una maravillosa esfinge colibrí nos ha dado los buenos días.
Igual que, no hace mucho, las libélulas lo llenaban todo y nos dejaban boquiabiertos, hoy, una polilla colibrí, nos ha demostrado cuan ignorantes somos y a desayunado de las flores, a nuestro lado.
Que suerte no haber hecho la huelga. Hemos visto una esfinge colibrí.
¿Has visto alguna?
Una copa de vino y remover los higos al sol. Sin más.
Animo y suerte.




 

lunes, 11 de agosto de 2025

La luna del caloret


Leo a Millas mientras el ventilador ruge sordamente a mi lado. Una noche de calor, unida a mi falta de sueño, hace imprescindible un buen chute de cafeína.
En la calle silencio total. Hace un par de horas, un grupo de extranjeros (no hablaban español) pasaron. Hay alguien más, vivo, he pensado.
A veces, tengo ensoñaciones de que una catástrofe ha ocurrido. Como si hubiera una fiesta a la que no has sido invitado. Y tu, ahí, con tu botella de vino por entregar. Sin saber donde es la juerga ni a santo de qué.
Acaba de pasar un mosquito cruzando la pantalla. Ha entrado por la ventana. Probablemente también tiene calor o hambre que es peor.
Si, resulta que Montoro era, es, un sinvergüenza. 
La arcada habitual mientras leo las grandes ideas del ASESINO. Lo llevo mal, muy mal. Noto como sus acciones me han convertido en uno de ellos. No es odio, es ansia de venganza. No es ira, es deseo de exterminio. Pensar que el mundo sería mejor sin ellos, seguro.
Otra cosa. La luna de agosto. Podríamos llamarla "luna del caloret", ¿no?. 
A mi llamarla de esturión, porque las tribus que habitaban las regiones cercanas a los Grandes Lagos, pescaban con mayor facilidad al esturión en este momento del verano, me parece otro ataque imperialista de Donald (el pato no, el otro); igual que lo de cambiarle el nombre al Golfo de Méjico.
Somos unos vendidos hasta para poner el nombre a la luna.
“No se cansen de ser buenos, aunque ser bueno no sirve para mucho. Sirve para no arrepentirse con uno mismo”, decía Mújica.
Es agotador.
Está amaneciendo. 
No, no ha habido una catástrofe, hay muchas en marcha.
Mañana miraremos al cielo buscando la lluvia de estrellas, partículas de polvo del cometa Swift-Tuttle. Miraré al cielo y me sentiré pequeño, muy pequeño, lleno de rabia, de odio, de venganza, de exterminio.
Y tal vez, mañana, Ursula Gertrud von der Leyen comunique que la luna de agosto pasa a llamarse "luna del caloret" o que las guerras han terminado, o que Donald (el pato no, el otro) habla y piensa como Mújica.
Si, resulta que Montoro era, es, un sinvergüenza. 
Animo y suerte.






domingo, 3 de agosto de 2025

¿A que huele el verano?


Este año huele a higuera y a mar. A recuerdos de infancia de ellas, a risas a la hora de comer. A bromas y a intentos vanos de no dormir siesta para no tener insomnio durante la noche.
Huele a tomate, albahaca y Aftersun. 
¿Sabías que el sabor proviene en gran medida del olfato?
¿Sabías que el recuerdo de aromas y olores es mucho más intenso y duradero que las imágenes o los sonidos?
Huele a pan tostado con mantequilla y mermelada de ciruelas. A café, a más café. A piel salada, a cloro, a toallas húmedas al sol.
Este año, huele a final y a principio; porque todos los finales llevan a un principio. Huele a fotos de cámara analógica, a cuentas de colores, a poner la mesa sin haber quitado el mantel. Huele a ese sudor rico en el cuello y a esa colonia fresca al salir de la ducha.
Huele a cocina con imagen antigua, huele a juegos después de cenar.
Tantos veranos.
Los hubo de primer amor, con la piel quemada y Agua de Rochas. Trenes demasiado lentos y pasiones demasiado rápidas. Mochilas llenas de ansia, de inocencia y de desamor.
Hubo otros, muchos, con ese olor a feria, a fritanga y a verbena. Con olor a amanecer, a resaca a vómitos y a piel. Llenos de kilómetros y con olor a campo al amanecer. Olor a cerveza y huevos fritos para desayunar. Olor a inconsciencia, a todo y todo ahora 
Verdes y blancos, con olor a sandía, vino, y pollo al chilindrón. Con la albahaca en la cintura y un nuevo amor. Con olor a sudor, a melocotón con vino y a piel morena. A vaquillas, a horno de pan recién abierto.
Este año, el verano huele a cardamomo, a leche de coco y haba tonka. Huele a linimento para las rodillas, huele a pitillos con papel de liar, a sopa de tomate, a abrazo de buenos días.
Huele a planes, huele a nuevas Itacas, a horizonte, a tierra húmeda después del riego, a barbacoa.
Puede que si miro fotos antiguas de verano, volverán más olores, aromas y recuerdos.
Necesito otro café. Me he despertado en la madrugada, demasiado pronto, y olía a casa, a refugio, a suspiro; he seguido tumbado, relajado, tranquilo y he pensado:
¿A que huele el verano?. 
Este verano empieza a oler a nostalgia y aún no ha terminado.
Y ¿el tuyo?
Animo y suerte.

sábado, 2 de agosto de 2025

No me funciona la "o"


Entiendo que, en estas fechas, todo o casi todo el mundo busque la desconexión.
Hacer algo distinto a lo habitual, salir de la monotonía. No cumplir horarios, dejar el estrés y las responsabilidades a un lado.
Aunque, eres consciente ¿verdad?.
Salimos de una vorágine para entrar a otra. La de llegar a todo, bajar a la playa pronto para coger sitio, ir a ese restaurante de moda que estará hasta arriba y no podrás reservar, hacernos la foto en el acantilado más fantástico del mundo aun a riesgo de nuestra propia integridad, pero rápido, que hay mucha gente esperando para la misma foto.
Tal vez, viajar a un país desconocido y exótico para sufrir la venganza de Moctezuma o visitar a esos amigos que tienen una casita cerca de la montaña o el mar y que están "deseando" verte o no.
Leer a la sombra de la higuera el primer párrafo de la última novela premiada y despertarte tres horas más tarde con la babilla reseca en la comisura de los labios y sudando cm un pollo.
Corre, ducha, cambio de ropa, ponte de blanco, de verano y a lucir bronceado.
Incluso, al mejor estilo veraniego, puede que suja el amor; ese amor de verano ¿recuerdas?.
Romper las reglas.
Vale. Hasta aquí, lo de siempre, lo de todos los veranos de aquellos que tienen "posibles" para poder ir de vacaciones.
Tal vez, otros, disfruten de la monotonía. 
De ese ordenador portátil al que ha dejado de funcionarle la letra "o", tan redonda, tan bonita y tan abundante.
Esas agujas de pino, que caen constantemente al suelo del jardín y que para sentirse mejor recoge todos los días con un rastrillo de dientes largos y suaves, llamándolo ejercicio de baja intensidad. Kilos y kilos de pinaza, que como si fueran parte de una terapia, hacen que la mente no trabaje y la frente se perle de sudor.
Pensar en que comemos hoy, ir a comprar ingredientes, preparar una receta que sabes que les gustará. Dar una larga caminata escuchando música o mirar las hojas de los arboles y escuchar el sonido de sus hojas contra el viento. 
Ese viento, hará caer más pinaza, lo sabes ¿verdad?
Mientras, Donald (el pato no, el otro) manda dos submarinos nucleares (de vacaciones) cerca de las costas rusas. Rusia, sigue bombardeando Ucrania. El Nuevo Orden Mundial, se basará en aranceles.
Europa, lanza ayuda desde el cielo de Gaza, que es como intentar acertar el tiro con una escopeta en una barraca de feria. Ya hemos quedado bien ¿no?.
¡Vaya! ¡Que horas!
Tengo la pinaza, por recoger; varios carpaccios de higos por preparar. Ir a por tomates que tengo burratas en la nevera. Y estoy viendo que andan colocando bolas de esas de discoteca en el jardín.
Isi, se ha lastimado la cola y con el vendaje parece un micrófono.
El verano, aquí, es así.
Animo y suerte.
*Pdta.: Este texto contiene 202 oes. Imagina el estrés generado.

viernes, 1 de agosto de 2025

¿Una cerveza?


Ayer, sentado en un velador (siempre he llamado así a las mesitas que los establecimientos hosteleros ponen en la acera), con el cuello dolorido por ese gran deporte que es mirar, veía ancianas con ropas de vivos colores, parejas jóvenes con criaturas en carrito, recién llegados de rostros y pantorrillas blanquecinas paseando perros con un gran parecido a sus dueños, excepto en el tono de piel.
Miraba y, como hago en muchas ocasiones, imaginaba vidas, nombres, profesiones, de donde venían o si eran residentes.
La avenida principal está siempre muy concurrida y, a partir de que el sol baja, la afluencia a terrazas, veladores y restaurantes, crece hora a hora.
Para descansar mis hernias de disco, cerré los ojos y solo quedaron los sonidos.
En la mesa, a mi espalda, unos veraneantes hacían valoraciones algo absurdas sobre los chiringuitos de la playa, el precio del café con leche o lo ricos que estaban los calamares en un determinado bar. La voz cantante la lleva una mujer que parecía formar parte del equipo de Michelin y que en aquel momento tenía el objetivo de repartir estrellas y constelaciones a diestro y siniestro.
Un caballero, parado frente a mi mesa (supongo, ya que yo seguía con los ojos cerrados), preguntaba por la farmacia más cercana y otro le contestaba con el útil "no sé, no soy de aquí".
Un niño lloraba y un perro ladraba. La policía local, seguramente, pasearía con aire marcial, rozando el punto chulesco, con su máquina de poner multas en la mano, amonestando a todos los vehículos aparcados sobre la acera en la puerta de la farmacia.
Y por una ida de olla de esas mías, abrí los ojos y ya nada era igual.
El supermercado de enfrente era un montón de escombros. Cadáveres, sangre y una nube de polvo que llegaba hasta la puntera de mis zapatillas.
Un perro ladraba, con desconsuelo, al lado de los restos de su amo. Una señora con vestido rojo, ayudaba a un guardia y presionaba con su bolso una herida que salpicaba su ropa.
Un carrito de niño, humeante y vacío. Bajo un coche destrozado, se veían las pantorrillas blanquecinas de algún veraneante y al lado una máquina de poner multas.
El silencio se rompía por gemidos y lamentos. Giré la cabeza y de la repartidora de estrellas no quedaba nada.
El vello de mis brazos estaba erizado como si una energía estática tirara de él.
Cerré de nuevo los ojos ante tanto horror esperando que fuera una alucinación y que, al abrirlos de nuevo, todo volviera a la normalidad. A mi normalidad.
La mujer seguía con la queja del precio del café con leche y alabando los bollos. Los guardias paseaban entre los turistas con actitud de ordeno y mando. 
Una conocida, con vestido floreado, se disculpa por no habernos saludo en su vuelta anterior.
El señor que buscaba la farmacia, la encontró. El caballero con perrete, habla con la joven pareja con niño.
Mientras, Abir Al-Sahlani, nos recuerda que nuestra humanidad colectiva ha fallado.
Nuestra naturaleza humana, la sensibilidad, la compasión, ni están, ni se les espera.
Es agosto, puede que estén de vacaciones.
- Si, ponme otra cerveza
Animo y suerte.