En unos días, un paso más.
Ese tabique de la entrada, el que pega a la cocina, desaparecerá.
La puerta del baño será corredera y el otro tabique, el de la habitación pequeña, también se va.
Las puertas, las ventanas, se cambian.
Hay que terminar de vaciar todo. El sofá, las literas, la lavadora y el frigorífico, el horno. Todo fuera.
Cuando volvamos, será para quedarnos. Un mes o un año. Quien sabe.
Leo las noticias. Me hacen poco efecto.
¿Y si estuviéramos equivocados?.
¿Y si todas nuestras convicciones, todo en lo que creemos, fuera un error?.
Veo los resultados de las elecciones en Francia. El ascenso generalizado, en toda Europa, de la ultraderecha.
Ayer, un reportaje sobre el pueblo checheno. Islamismo. Odio y temor a la civilización occidental. Hay paz, por fin, vive y deja vivir.
¿Quiénes somos para determinar lo que está bien y lo que está mal?
A 12.000 km., pulsando un botón, nos vemos sonreír. Buscamos un lugar, ese lugar donde deseamos que todo sea mejor, o simplemente donde podamos sentir el tiempo pasar. El tiempo que nos quede.
Civilización occidental.
Pienso en Antonio, en que me gustaría compartir sus tomates ahumados, su pasión por las hierbas aromáticas, buscar setas o plantar, en el huerto urbano, los chiles que luego cocinará. Unir, como él dice, la tierra y el cielo. Pasear por la montaña. Poder ver el mar.
Una espuma de mahonesa de perejil y berros, sobre una ostra del Delta, a la plancha.
Una copa de vino. El zumo de mandarina, la piel, su aroma.
"Contamos estrellas todas las claras noches mediterráneas mientras tomamos una copa y nos damos cuenta de que lo mas bonito y apasionante de esta historia es construirla día a día y aportar la ilusión que nos ha hecho llegar hasta aquí."
No, ahí no hay error. Seguimos construyendo.
Animo y suerte.
Gracias Cristina Garcia Catala , gracias Antonio Belles
Restaurante Marimer
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