sábado, 30 de septiembre de 2023

Con los lirios apoyados en la cadera



Temperatura fantástica, ayer, en Madrid.
Llego incluso a pensar que soy excesivamente crítico con esta ciudad.
Celebración de doble cumpleaños ya que la distancia ha impedido celebrarlos en familia.
Compra de alguna cosa a ultima hora.
El navegador, ayudante imprescindible para ganar algo de tiempo, repite:
- Esta usted en una retención de 8 minutos por un accidente.
Cambio de destino. Aquí no tienen lo que buscamos. Son las 18:30.
Cruzamos, literalmente, 100 campos de batalla. Gente, gente, coches, más coches. Cruzamos Madrid. De Orense a Orcasitas.
Ya son las 19:30. La reserva para cenar a las 20:30, en pleno centro. ¿Llegaremos?
Blanki, se retrasará. Hay que ir a sacar un ratito a Isi. Vamos hasta Matadero.
- Esta usted en una retención de 8 minutos por un accidente.
No me da tiempo a cambiarme de ropa. A las 6:00 AM estaba en Almería.
Abro maletero y me pongo otra camiseta. Son las 20:00.
Madrid se muestra en todo su esplendor. La Plaza de Atocha llena de luces, gente y ¡coches!.
No llegamos. Parking, que más que parking parece la mina del rey Salomón. Es nuevo, lo han cambiado.
Alcalá, Gran Vía.
¿Pero donde está?
Hotel Catalonia. Bloved y Bloved vegui corner.
Se pasan los nervios. Amabilidad a espuertas. Un lugar sorprendente, no me lo esperaba.
Blanki hace su entrada triunfal con su último "outfit" y lleva dos ramos de flores. El servicio de sala, la acompaña hasta la mesa. Mara y yo, tenemos en nuestra cara una sonrisa y todo se llena del aroma de los lirios.
Más amabilidad, más atención.
Tortilla del vago con anchoa, aguacates a la parrilla (que repetimos) para empezar.
Unas cocochas de merluza, calamar de potera y un steak tartar sobre tuétano, para unos: fideuá vegana y piadinas con hortalizas para otros.
Cruzamos tenedores y concluimos que el sitio es magnífico y la cena rozando la perfección.
No cabe más... ¿O sí?
El cheescake, también entra.
Reparto de regalos, besos, mimos.
Paseo por la Gran Vía, hasta Callao.
Demasiadas parejas durmiendo en el suelo. Vuelvo a ver la peor imagen de Madrid.
Gran Vía 52, mi casa durante muchos años.
Una infusión en la chocolatería Valor. Puede que nos hayamos sentado en su sucursal de Shanghái.
Agotados, satisfechos y con los lirios apoyados en la cadera vamos por la calle de Alcalá.
He sobrevivido a Madrid una vez más.
Habrá que volver, ellas están aquí, y la mitad de mi vida, también.
Seguimos.
Animo y suerte

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