Sábado.
El sol ya asomaba por encima del horizonte. El avión de las 8:30 en su maniobra de aproximación, dió vida a la estática postal. A su espalda, el reflejo de la luna aún estaba alto.
El desagradable viento que se inició ayer, continuaba más leve, aunque seguía haciendo que la temperatura fuera fría y desapacible.
Se colocó la capucha y subió la cremallera de la chaqueta.
Un escalofrío y esa sensación placentera de arroparse, de sentirse más protegido.
Cerró los ojos para que, como decía Mafalda, desapareciera el mundo.
Entró dentro y preparó otro café. Algo se había caído al suelo y ahora, los pies se pegaban. Se agachó con un trapo húmedo y limpio casi con vagancia.
Que fácil. Un trapo, agua, jabón.
Todo está bien. O todo lo bien que puede estar.
Ahí en cuclillas, apoyó la espalda en los armarios y se dejó escurrir para acabar sentado en el suelo.
Silencio.
La puerta de la entrada, no ajusta bien, pensó. Si se esforzaba, podía escuchar un leve bisbiseo del aire, colándose por esa holgura.
Seguía con la capucha puesta, chaqueta cerrada, cabeza baja. La taza de café, cerca de sus pies.
Esa amarga sensación de impotencia, de rabia.
Hemos vuelto a la casilla de salida, ¿para andar el mismo camino?.
Animo y suerte.
El sol ya asomaba por encima del horizonte. El avión de las 8:30 en su maniobra de aproximación, dió vida a la estática postal. A su espalda, el reflejo de la luna aún estaba alto.
El desagradable viento que se inició ayer, continuaba más leve, aunque seguía haciendo que la temperatura fuera fría y desapacible.
Se colocó la capucha y subió la cremallera de la chaqueta.
Un escalofrío y esa sensación placentera de arroparse, de sentirse más protegido.
Cerró los ojos para que, como decía Mafalda, desapareciera el mundo.
Entró dentro y preparó otro café. Algo se había caído al suelo y ahora, los pies se pegaban. Se agachó con un trapo húmedo y limpio casi con vagancia.
Que fácil. Un trapo, agua, jabón.
Todo está bien. O todo lo bien que puede estar.
Ahí en cuclillas, apoyó la espalda en los armarios y se dejó escurrir para acabar sentado en el suelo.
Silencio.
La puerta de la entrada, no ajusta bien, pensó. Si se esforzaba, podía escuchar un leve bisbiseo del aire, colándose por esa holgura.
Seguía con la capucha puesta, chaqueta cerrada, cabeza baja. La taza de café, cerca de sus pies.
Esa amarga sensación de impotencia, de rabia.
Hemos vuelto a la casilla de salida, ¿para andar el mismo camino?.
Animo y suerte.
#yocontigo #100cafesconunputovirus #uncafealamanecer
#lavidaenunataza
#AcuerdatedeVIVIR
https://www.instagram.com/100_cafes_mas/
Ya disponible Podcast en iVoox - Spotify - iTunes
* Si lo deseas, puedes comentar sobre mis "cafés" escribiendo a: uncafecon@saborencristal.com o colaborar en el proyecto "Un café con tu voz"
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