martes, 18 de enero de 2022

Cartas que nunca enviaré XXV



Hola. Espero que al recibo de la presente, te encuentres bien y que el tiempo no te haya desgastado demasiado.
Espero que hayas reído y llorado. Y que las cantidades de lo uno y de lo otro, no te generen queja.
Es una de esas madrugadas tontas, donde una vez en la cama, cansado de moverte, decides echar pie a tierra y llegar hasta el tabernario del microondas para hacerte una infusión.
No se, pensé en tí como podía haber pensado en aquella muchacha con la que me cruzaba casi todos los días en el parking, cerca de Gran Vía. Ella, contestaba con un tímido "buenos días", a veces con un susurro, con un tono especialmente bajo.
Yo, al día siguiente, ejecutaba mi saludo buscando su mismo tono del día anterior. Se ponía como la grana, bajaba la cabeza, sonreía y contestaba al saludo mientras tomaba las escaleras a toda prisa.
Solo nos encontrábamos en ese momento. Jamás hubo una conversación, tan solo un saludo enérgico y una contestación susurrante. Un parking de susurros.
Cuando dejé de trabajar en la zona, no volví a verla jamás.
Podía haber pensado en las estupideces que escuché en las noticias, o en esos jueces que han convertido en Dioses de puro barro. Podía también pensar en el trabajo, en esas preocupaciones del primer mundo, o echarle la culpa a la incertidumbre.
No, simplemente, pensé en ti.
Podría haber pensado en él. En los largos paseos a lo largo de la valla del parque. En aquellas bolsita de almendras saladas que compraba, y las comíamos en silencio, mientras caminábamos. Podría haber pensado en el tacto de su mano.
Podía haber pensado en aquella niña, de preciosos tirabuzones, que se reía de mi por el color de mis calcetines.
Si, pensé en ti, como podría haber pensado en aquel amigo efímero que murió sin despedida, pero sigue estando aquí.
Podría haber pensado, en las nubes, en el mar, en que algo tengo que hacer con el día de mañana. Alguien me dijo que debía ser un hombre de provecho y podría pensar que lo tengo pendiente.
Podría haber pensado en otras personas, en lugares, en colores, en días y en noches.
Pero, pensé en ti. Y aquí estoy, escribiendo una carta que no enviaré, a una persona que, tal vez no existió, como la chica del parking.

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